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De escritura à écriture
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6 mars 2019

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Bonsoir,

Aqui estan los proximos capítulos de Gabreil, el segundo opus que sigue Clémence et los de Oficina de Quejas. Voilà les prochains chapitres de Gabriel, le deuxième opus suite à Clémence et ceux de Oficina de Quejas. Espero que les guste. J'espère qu'ils vous plairont. Bonne lecture!

 

Oficina de Quejas

 

5.

            El alba no está despuntando sus rojizos rayos, heraldos del sol todopoderoso, pero poco le falta. Me pongo la chaqueta de un cuero especial que me envuelve completamente, destellando algunos relámpagos diminutos de energía que son como pequeñas anclas que me permitirán estar en varios planos de realidad a la vez. Malina entra por la puerta de su despacho. Todavía no me ha visto y aprovecho con bebérmela golosamente con la mirada. Su pequeña falda corta y ceñida destaca sus suaves caderas y ponen en evidencias unas piernas de ensueño que me hacen babear un poco más, si se puede. Su pequeño jersey de cuello alto moldea su largo cuello fino, envidia de los cisnes, y viene poner en evidencia un par de senos que son a la vez grandes y firmes. Si fuera humana diría que se ha hecho lo que llaman cirugía estética y que a mi parecer es a veces puro horror carnal. Decir que los médicos que ayudaron a las infortunadas y desdichadas víctimas de la Primera Guerra Mundial para reconstruir sus rostros fracasados estarían más que asombrados y horrorizados por el uso actual de sus cuidados, es un eufemismo. Durante años experimentaron tanto y más para que esas caras destrozadas pudieran darles a estos hombres algo de una vida normal y lo consiguieron. Las aplicaciones actuales de tales logros son por lo menos asombrosas y desconcertantes por así decirlo. Tengo un pensamiento tierno hacia estos pioneros.

He terminado, maquinalmente, de poner algunos que otros artefactos en mis bolsillos y en mis mangas. Ellos podrían parecer extraños a los que no tienen ni idea de mis tareas. Para mí son simplemente herramientas para cumplir con mi deber de investigador. Entre otros cargos que no tengo gana de explicar ahora. Malina me mira no sé desde cuanto tiempo. A veces me ensimismo mucho y pierdo la noción de lo que me rodea. Es un mal hábito que tengo desde siempre. Y cuando digo desde siempre es la pura realidad, no una manera de decir las cosas.

 

-        Hola, Malina…

-        Hola, Señor Fulgur. Veo que se ha preparado para ir a… inspeccionar…

-        No pongas esa cara de congoja, dulce Malina. No será para tanto.

-        ¡Ya! La última vez ese “escrivaducho” casi lo destripa cuando quisiste comprobar el estado de su trabajo narrativo.

-        Bueno, no se le puede culpar totalmente. Ya sabe cómo va eso. Se duermen, pero su imaginación sigue trabajando y buscando los argumentos para nutrir la trama. Y como estaba escribiendo sobre un malhechor que destripa a sus víctimas, no es de sorprender que en su mente lo hiciera de verdad.

-        Sí, pero no quiero volver a verte como volviste. Estaba desangrándote como un…

Malina palidece. Esta tarea no es siempre ni simple ni agradable. Tengo que entrar en las imaginaciones de algunos artistas para comprobar el estado de sus obras y, a veces, según el grado de pasión o de obsesión de estos sujetos creadores, pueden volverse algo salvaje, agresivo y hasta violento. El estar en un plano de realidad “virtual” y otra completamente real, porque la imaginación está en un envase carnal, pone toda la operación en un lugar algo sensible y peligroso. Mi toque en las mentes creativas y más específicamente en el área de la imaginación se ha vuelto muy comedido y diestro a lo largo de los milenios, pero no quepan dudas algunas que los creadores, la mayoría por lo menos, suelan tener una sensibilidad muy aguda y a veces sensiblera a la hora de tocar ese ámbito. Los ojos grandes y deslumbrantes de Malina están tan preocupados que la envuelvo en un abrazo amistoso y consolador.

 

-        No te preocupe, bellísima. Pedí a Bursodephes que me creará una chaqueta que me protegerá un poquito más y mejor que las precedentes.

-        ¿Es la que llevas puesta?

-        Sí.

-        ¡Ah!

 

Se echa un poco hacia atrás para poder ver mejor la prenda.

 

-        Sí. Siento como es fluida y resistente. Creo que es un excelente trabajo.

-        Se lo comentaré, ya sabe cómo le gusta los piropos a nuestro buen amigo sastre.

-        ¡Uh! No digas eso, ya sabes que se tiene por un “designer” de lo más inventivos y creativos.

-        ¡Cómo me lo puedo olvidar cuando participa a tantos eventos y organiza tantos desfiles de moda!

-        ¡No seas cotilla, Fulgur! Es un magnifico estilista y ha sabido iniciar algunas tendencias.

-        ¡Ya!

 

Vislumbro por el rabillo del ojo un largo dedo brillante que pertenece al alba. Tiempo de ir a por las “tendencias” artísticas de los artistas. No me temo nada, porque sé que puedo temer todo. Le planto un beso breve, pero intenso en la boca de Malina. Creo que pronto tendremos que tener una cita más física y sexual. Me muero de gana y prometo ser como mínimo creativo e inventivo. Malina posa dulcemente su mano sobre mi torso atusando la prenda como quitándole arrugas que no tiene o para…

 

-        ¿Sera bastante sólida para protegerte?

 

Le cojo la mano y la llevo hacia mis labios para besarla.

 

-        Malina… ¿Sabes de qué estamos hechos? Somos más fuertes, potentes y resistentes que ningún ser vivo. Somos hechos de los anhelos de los creadores, de los sueños de los humanos, de la fuerza del deseo y de los universos de la imaginación, carne del ámbito del imaginario. Somos las madres y los padres de lo que pueblan las mentes de los seres vivos. No pueden dañarnos como para aniquilarnos. Créeme, agapi mou, dulce Malina, estaré a salvo.

 

Malina duda, lo veo en sus ojos. La jalo hacia mí, la abrazo delicadamente, poso mis labios sobre su frente, acaricio sus suaves cabellos siempre algo alborotados. Tiembla un poco contra mi cuerpo, luego se apacigua lo suficiente para posar su rostro contra mi pecho.

 

-         ¿Me lo prometes?

-        En lo que cabe, sí. Fui guerrero. Algo se me ha tenido que pegar y quedar, ¿no?

 

Se levanta unas pulgadas sobre sus pies diminutos y gráciles y me besa los labios con dulzura y decisión.

 

-        ¡Vuelve ileso o te mataré!

 

Hace una mueca y entierra su rostro contra mi pecho.

 

-        Vuelve… es todo lo que quiero…

 

Su voz es suave y apagada llena de todo lo que no me quiere decir ahora y quizás nunca. La envuelvo más cerca de mí. Ella es todo lo que deseo aquí, ahora, para luego, para siempre. La dejo ir. Todo irá bien, me asegurare de eso, aunque nunca se puede saber. No soy novicio en esta materia y eso sí que es una ventaja.

 

6.

            Entro por un balcón atestado de cubículos de colores – tres en total – que son para las basuras domésticas, unas sillas plegables de plástico de un color bilioso y de varias cosas de índole desconocida para mí. Los humanos tienden a atiborrarse de cosas que, a primera vista, no son necesarias e incluso útiles. Entró sigilosamente por la ventana entreabierta en esta noche calurosa, mejor así porqué cuando están cerradas me tengo que desfragmentar molecularmente para atravesarlas sin dañarme en el proceso.  Mis pies andan silenciosamente sobre el Ballatum usado. Paso delante de un espejo en pie encajado en una puerta de un vestidor.  Sé que unos ojos vivos no podrían verme reflejado en él, soy algo como una sombra, un contorno invisible, un espejismo indetectable. Me vale. Me pongo delante del ordenador portátil encendido que deja escapar una leve luz blanquecina, supongo que está a modo “economía de energías” y que tiene una página virtual a medio escribir. No la leo. En la cama tamaño matrimonial con las sabanas revueltas, el cuerpo de la escritora yace totalmente inmóvil, sus ropas arrugadas todavía puestas y unos calcetines horrorosos a punto de deslizarse de los pies relajados en ese sopor profundo. Un leve ronquido compite con una respiración apaciguada. Sonrió. No le veo el rostro puesto que lo tiene sepultado en la gruesa almohada y la gruesa mata de pelos rubios aparentemente natural. Me pongo en un costado de la cama, mis manos se posicionan encima de la cabeza. Siento la energía vital fluir de ese cuerpo inmóvil. ¡Allá voy! Mi mente entra en la suya en ese estado de sueño tan peculiar. Con cuidado me deslizo hacia el área de la imaginación. La veo parpadeante, brillante, en pleno rendimiento como un corazón de reactor nuclear. Me adentro más y un sinfín de cosas se desliza en un relámpago veloz dentro de los sentidos memoriales de la mujer. Olores de comida, cocina, estanterías de tiendas de comestibles, dificultades de elegir ropas, tiendas con sus escaparates puestos en escena, transeúntes anónimos, rostros que cruzan su interés, una discusión con un amigo, algunos recuerdos de la niñez, gentes, todos esos sentires me atraviesan como exhalaciones espumosas hasta que por fin llego a un sitio donde la actividad es más fuerte, más potente. ¡Ahí estamos! La escritora está en… ¡Mierda! La posición es inequívoca. Están en plena acción erótica y esto no es una escena de su novela. ¡Es un puto fantasma sexual! Pasa a veces y…

De pronto la escritora gira su mente hacia mí y me ve. Sus ojos virtuales relampaguean de disgusto. Me salgo a trompicones de ese espacio candente en su mente, pero no antes de que ella me grite encolerizada y agresiva con esa voz chirriante que se tiene en estos lugares mentales.

 

-        ¡He! ¡Tú! ¿Qué haces aquí parrado? ¿Qué miras, asqueroso? ¡Fuera! Esto es privado…

 

Se levanta desnuda con el cuerpo excitado y empieza a perseguirme velozmente por su espíritu medio despierto y totalmente alerta. Un carro de cosas traspasa mi ser sin tocarme, mientras me expulso con fuerza y ganas de su espíritu enfebrecido. Me lanzo con ímpetu hacia la terracita. La autora se despierta de golpe y se sienta erguida y confundida en la cama revuelta. Mira a su alrededor, pero no puede verme. Normalmente… Mira hacia la ventana donde ya despunta el alba y otea cuidadosamente lo que alcanza su mirada. No ve nada de sospechoso, pero siente que algo no está como debido. Eso pasa a veces cuando no me vislumbran. El único que lo consiguió fue Sir Conan Doyle que me percibió con bastante claridad a su punto de vista aunque para mí solo esa mirada fue bastante nítida. Menos mal que pensó que era un fantasma, una de esas almas perdidas sobre la faz de la Tierra. Me sentí algo defraudado, lo confieso. Después de lo que fui en la época de la gran Grecia, ser considerado un simple soplo de energía es bastante insultante y patético. Puede que me haya convertido en un vanidoso arrogante con el paso de los siglos. Puede. ¿Pero quién me lo puede reprochar? Es difícil sobrevivir a sí mismo y al paso del tiempo. Se hace lo que se puede y ya es mucho.

            La escritora pasea con una sorda inquietud sus ojos por la habitación hasta quedar atrapada en la pantalla de su ordenador. Achica los ojos y se deja caer sobre el colchón con un antebrazo sobre sus ojos. Masculla algo entre dientes.

 

-        ¡Maldito capitulo! Me está costando un riñón, el sueño y hasta creo ver fantasma. ¡Flipo de ovarios!

 

Sonrió levemente. Por lo menos ella está en una labor creativa correcta por lo poco que he podido atisbar y captar de lo que ha escrito. Su relato torna alrededor de una latente preocupación sobre el paso del tiempo y de una necesidad de encontrar un lugar donde la protagonista pueda vivir feliz y ser amada como quiere serlo, toda la trama procesándose a través un fraseo imaginativo y novelesco potente, con un telón de fondo pugnante alrededor de un suspenso familiar con pasados turbios y peligrosos. La historia parece conmovedora. Ha sabido mezclar algunos recuerdos personales, momentos vividos en algunos viajes que hizo con sus padres en Australia y en el Sur de América donde sus padres desempeñaban unas tareas para una multinacional con puros producto de su imaginación. Su deseo de exprimir las emociones que genera su propio conflicto sentimental puede dar cabida a una buena historia de amor conflictiva en el flujo narrativo. Ese amante todavía poco delineado promete un buen momento literario. De ahí, supongo, sus sueños húmedos. Bien. Estaré feliz de leerla cuando acabe la obra. Dalia Onoria Clásico, una futura novelista valiosa. A veces me gusta mi oficio.

            Me tengo que ir. El momento del empiezo del día es siempre peligroso para mí. No me puedo quedar mucho tiempo en el espacio real bajo esta forma poco corpórea o perderé consistencia material en muy poco tiempo y eso es un “real” coñazo.

 

-----------------------------------Jusqu'au prochain chapitre------------------------------------------------------------------------------------------------------------Hasta el próximo capítulo------------------------------------------

 

Gabriel

 

10.

C'est le grand jour. Un jour qui devrait être marqué d'une grande croix, comme celle annonçant des pestiférés. Gabriel a eu beau se raisonner, ce repas familial lui reste en travers de la gorge. Il ne doute pas que la digestion sera mortelle.

-        Hé... Arrête ton char, compadre ! Tu sais déjà que ça va être la bérézina, que nous allons être mis au pilori, à l'index, au rejet, à l'humiliation, au rebut, à la critique sans fin, à l’objection vomitive, à l’exclusion déshonorante, au rejet sulfureux, aux bans filiaux… etc, etc. Et sûr aussi qu'on aura la surprise de trouver des choses aussi bonnes et nécessaires que l'appui, la considération et même l'approbation sans fards, ni limites de quelques-uns.

-        Bien sûr! ¡Claro que sí! (bien sûr que oui!) Crois ça et bois de l'eau clair, faudrait pas que ça nous monte à la tête !

 

Damien passe son grand bras sur les épaules de son compagnon. Ce dernier a fait de grands efforts ces derniers jours, mais il sent qu'il est arrivé au bout de ses forces, voire de lui-même. Le repas a lieu chez Gramy qui a une très grande pièce au premier étage. C'est la pièce «de toutes les réunions, amicales ou non», comme elle l'a baptisée. Elle a fait appel à un traiteur. Elle a privilégié le côté buffet, mais une seule grande table, histoire de renforcer le côté « repas familial ». Elle a sorti la vaisselle des grands jours, celle de ses grands-parents. Clémence en a été toute émue. C'est une marque supplémentaire de confiance et d'amour vis-à-vis d'elle-même et de ses compagnons. Il reste dix minutes avant que le gros des membres de la famille arrive. Il n'y aura pas d'enfants. Ceux-ci sont miraculeusement partis, qui en voyage scolaire, qui en voyage de week-end prolongé, tous payés aux frais de Gramy. On ne peut pas dire qu'elle n'a pas réfléchi avec détermination à tout ceci. Damien sourit. Cette situation n'est pas pour lui déplaire et il est sûr d'une chose, il ne permettra pas que ses compagnons soient blessés. Il sait que c'est inévitable, mais il sait qu'il ne le permettra que jusqu'à un certain point. Ce point atteint, qui que ce soit devra l'affronter et il n'est vraiment pas un cadeau dans certaines circonstances.  Gramy se trouve quelque part dans la maison, occupée à préparer on ne sait trop quoi. Damien lui fait entièrement confiance. Clémence vient les enlacer et ils restent comme cela. La sonnette retentit. Que la fête commence !

 

Les embrassades, accolades et paroles de bienvenues se sont échangées à intervalles irréguliers. Ceux qui se connaissent ont fait connaissance avec les autres et chacun s'est demandé ce qu'il faisait là. La seule réponse possible est qu'une invitation de Gramy - qu'on la connaisse ou pas - ne se refuse pas. Du côté des inconnus, il y a les parents de Damien et ceux de Gabriel. Gramy a fait le nécessaire pour qu'ils s’insèrent parmi les siens, puis elle est repartie on ne sait où. Ses parents se sont insérés relativement bien parmi les autres membres de cette étrange fête. Les parents de Gabriel sont plus réservés et restent un peu sur leur garde. Ils ont salué avec plus ou moins d'affection « la fiancée de leur fils », puis ont accaparé ce dernier. De temps à autre, quelques membres de la tribu de Clémence viennent délivrer pour quelques instants Gabriel qui est aux cent coups. Les parents de Clémence ont accueilli Gabriel avec un zeste de familiarité et l'apparence de l'affection. Ils ont salué Damien, ne sachant trop ce qu'ils doivent penser de lui. Clémence, conformément au plan de Gramy n'a rien dit pour clarifier la situation. Damien sourit. Gramy a fait fort. Trente-sept personnes dans une pièce aux dimensions amples, mais tout de même pas autant. L'idée de la table et du buffet est un trait de génie, cela permet aux convives de ne pas rester statiques. De fait, Damien se trouve debout devant la table du buffet. Il n'a pas encore choisi, mais son intention est de rester un peu en dehors de la tablée infernale, comme il l’appelle intérieurement. Gramy vient d'entrer, majestueuse. Elle s'installe à la place qu'elle s'est officiellement assignée et tapote son verre avec une lame de couteau. Elle fait signe à Clémence de la rejoindre. Elle entoure la taille de sa petite fille d'un bras tendre et attentionné. Clémence lui entoure tendrement les épaules

 

-        Votre attention, je vous prie, s'il vous plaît. Non ! Restez où vous êtes, je n'en ai que pour quelques instants. Avant tout, merci d'avoir accepté mon invitation, c'est très aimable de votre part. Je tiens à remercier les parents de Damien et de Gabriel d'assister à ce repas familial et leur donner la bienvenue dans notre famille. Si j'ai désiré vous recevoir aujourd'hui, c'est parce que je désire vous faire part d'un événement qui devrait « tous » vous réjouir. Clémence, ma chère petite fille ici présente, a accepté la demande en mariage de Gabriel.

 

Des murmures s'élèvent de partout. Les parents de Gabriel ont l'air d'avoir avalé une cargaison entière de citrons. Les parents de Damien semblent un peu confus, ne voyant pas très bien ce que tout ceci a à voir avec eux et Damien. Gramy tapote à nouveau le verre pour attirer l'attention de chacun.

 

-        Ce mariage ne fait pas que deux heureux, puisqu'il réjouit pleinement Damien, le compagnon de Clémence et celui de Gabriel. D'ici un mois la cérémonie aura lieu et j'espère que vous serez de la noce.

 

Un silence mortel emplit la pièce. Les parents de Damien regardent fixement ce dernier, alors que ceux de Gabriel fait de même avec leur propre fils. Après cela, ils fixent tous leurs regards sur Clémence.  Des murmures s'élèvent soudain, assourdissants et excités. Le père de Gabriel se lève violemment et se dirige vers son fils avec une intention des moins équivoques. Damien se porte à la rencontre de Gabriel juste avant que le père de celui-ci ne s'en approche, prêt sans aucun doute à le frapper ou pire. C'est le pire qui gagne.

 

-        ¡TU! ¡Maldito maricón! Eres la deshonra de la familia, la escoria... ¿Cómo has podido, mariquita de mierda? ¿Cómo te atreves?  Y este hijo de... (Toi! Maudit pédé! Tu es le déshonneur de la famille, une scorie... Comment as-tu pu, saleté de pédé? Comment oses-tu? Et ce fils de...)

 

Damien fait un pas vers le père, envahissant son espace personnel de toute sa hauteur. Le père est plutôt petit de taille, quoi que son air dominant le fasse paraître plus grand.

 

-        ¡Creo, Señor que ya basta! No le permitiré que insulte a mi compañero. (Cela suffit,  Monsieur! Je ne vous permettrai pas d’insulter mon compagnon.)

-        Que te crees, mariquita de mierda, que te tengo miedo... (Que crois-tu, saleté de pédé, tu crois que j’ai peur de toi...)

-        No me creo nada, pero si usted no es capaz de controlarse, le voy a pedir, por respeto hacia nuestra anfitriona y su familia, de irse de esta casa... (je ne crois rien, mais si vous ne pouvez pas vous contrôler, je vais vous demander, par respect pour notre amphytrionne et sa famille, de quitter cette maison...)

 

Les convives regardent la scène, fascinés et horrifiés. Certains ont encore du mal à comprendre ce qui se passe réellement et d'autres en profitent pour les éclairer de leurs lumières. Bien que la brève confrontation se soit déroulée en espagnol, ils ont capté l’essentiel du message. La mère de Gabriel vient se poster près de son fils.

 

-        Te puedes ir, Julián, si quieres y si no lo aguantas, pero yo no me iré. Es mi hijo y estaré con él en esto y en todo lo que venga. (Tu peux partir, Julián, si tu veux et si tu ne le supportes pas, mais je ne partirai pas! C’est mon fils et je vais être près de lui maintenant et pour tout ce qui adviendra.)

 

Le père de Gabriel regarde fixement sa femme, celle qu'il a toujours cru soumise et prête à le suivre en tout et pour tout. Il a oublié un élément essentiel, elle est certes sa femme, mais elle est avant tout la mère de leur enfant et cela pèse plus que tout dans cette balance improbable des émotions et des sentiments. Le père hausse les épaules dans un geste d'orgueil et regarde fixement sa femme.

 

-        No te dejare, Carmen. ¿Cómo vas a volver a casa si no? ¡Me quedaré! (Je ne te laisse pas, Carmen. Sinon comment vas-tu rentrer à la maison? Je resterai !)

 

Cette capitulation ne l'engage à rien. Il a pris sa décision, sa femme aussi. Le père lance un regard glacial, dédaigneux et dégoûté à son fils, puis leurs tourne le dos et, d'un pas martial, rejoint sa chaise où il continue à manger comme si de rien n'était. Damien passe une main sur l'épaule de Gabriel qui est blême de rage impuissante. Il est plus que jamais décidé à aller de l'avant avec Clémence et Damien. Son père vient de faire pencher la balance. Damien se fend d'une courbette devant la mère de Gabriel en lui prenant la main révérencieusement. Il dépose un baiser galant, puis se redresse.

 

-        Gabriel no me ha hablado de usted, pero es solo por falta de tiempo. Veo de donde tiene su belleza, su fuerza, su entereza y su magnífica personalidad... (Gabriel ne m’a pas parlé de vous, mais c’est par faute de temps. Je vois d’où il tient sa beauté, sa force, son intégrité et sa magnifique personnalité...)

 

La mère rit en entendant les propos outrageusement séducteurs de Damien. La glace est rompue. Gabriel enserre sa mère dans une étreinte affectueuse et un peu désespérée. Il lui souffle à l'oreille.

 

-        Gracias, mama. Te amo. (Merci, maman. Je t’aime.)

 

Sa mère se hausse sur la pointe des pieds pour l'embrasser, puis l'étreint fortement.

 

-        En hora buena, hijo... Es inesperado... Tenemos que hablar... (A la bonne heure, fils ! C’est inespéré… nous devons parler…)

-        Si... Lo creo también, mama... (oui… je le crois aussi, maman)

 

Clémence rejoint ses compagnons, incertaine. La mère se détache un peu, juste assez pour l'associer dans leur accolade.

 

-        Una hija de más... Eso es bueno. (Une fille de plus… c’est de bon augure.)

 

Elle tend l'autre main et prend celle de Damien.

 

-        Y un hijo de más. Eso está muy bien también. (Et un fils de plus. C’est très bien aussi.)

 

Damien s'unit à l'accolade durant quelques secondes, puis se détache. Ils se tournent vers ses parents qui sont venus les rejoindre, pas très sûr d'eux. Ils ne savent que dire. Damien s'approche d'eux, puis les étreint. Il leur souffle, la gorge un peu serrée.

 

-        Désolé... Je vous dois une explication... Je vous promets que tout est bien, malgré les apparences...

 

Les parents étreignent leur unique fils, celui qui est resté après la mort de leur aîné.

 

-        Alors, tout est bien pour nous, Damy ! On en reparlera quand tu viendras dîner avec Clémence et Gabriel.

 

Damien regarde ses parents qui se détachent de leur étreinte doucement, pudiquement.

 

-        Merci... Merci...

 

Ils sourient à ce fils qui est une énigme pour eux, mais qu'ils aiment inconditionnellement. Ils se tournent vers Clémence et Gabriel. Ils leurs sourient. Clémence fait un pas vers eux et une autre étreinte se forme en silence. Ils se détachent. Avec un autre sourire, ils serrent la main de Gabriel.

 

-        Félicitations... Nous sommes heureux que vous fassiez partie de notre famille.

 

11.

-        Tu as choisi, fils ?

-        Pas encore.

-        Il est vrai que le choix est très varié. Ma cousine sait y faire.

 

Damien regarde l'homme âgé et essaie de se souvenir de qui il s'agit. Ils sont devant le buffet très bien pourvu, d’où la difficulté du choix. La salle bruisse d’une multitude de sons entre verres, couverts, rires et exclamations, ainsi que bavardages décousus voletant en tous sens.

 

-        Une fête réussie… Théodora sait y faire !

 

Damien regarde l’homme à l’épaisse crinière blanche. Il a un sourire énigmatique.

 

-        J’ai bien connu le mari… Tobias ! Les « deux T » ou les « T double », comme je les nommais ! Il était vraiment incroyable ! Les parents de Théodora l’ont obligé à se marier avec lui. Union d’affaires ! Elle n’est et n’a jamais été une femme à accepter ces sortes d’imposition ! Elle s’est pliée aux désidératas parentaux, mais elle s’est gardée d’afficher un quelconque assentiment. Elle a entamé une guerre silencieuse de désapprobation vis-à-vis de ses parents et n’a jamais pardonné à ceux-ci. Ces derniers n’ont jamais remis en question leur choix, ni même essayer de montrer à leur fille un quelconque sentiment de remord ou de reconnaissance d’une mauvaise manière de faire vis-à-vis d’elle. Match nul ! Mais Tobias était suffisamment homme pour espérer être aimé un jour de Théodora. Finalement elle l’a vraiment aimé, à sa manière décidée, loyale et sincère. Ils ont vécu près de vingt-cinq ans dans un bonheur jamais démenti. Les trois enfants issus de leur union ont eu de la chance de les avoir pour parents, sauf que les deux filles n’ont jamais pu accepter le côté anticonformiste et résolument original de leur mère. On pourrait les qualifier aujourd’hui de « politiquement correctes », quoi que cela puisse signifier. Je les ai toujours appelés, pour ma part, les « deux censures sur pattes » ! J’ai toujours pensé que l’on se fourvoyait en ajoutant au « je l’aime » le « parce que… ». Je crois qu’on aime quelqu’un pour ce qui ne se voit pas, plus que par et pour ce qui saute à la vue ! Un acte ne correspond pas toujours au vrai sentiment ou à la réalité de ce qui est, de qui est la personne. Cela se saurait ! C’est un bien et un mal, comme souvent. Théodora a aimé et aime encore Tobias et tous ceux qui ont du cœur et les ont vu ensemble ont pu le comprendre et l’apprécier.

 

L’homme soupire profondément, perdu dans ses souvenirs. Il lance un regard intense à Théodora et re-soupire. Il pose son regard un peu délavé par le passage des ans sur Damien et lui sourit énigmatiquement.

 

-        Les félicitations sont de mise d'après ce que j'ai compris, mais tu étais aussi entouré qu'un artiste, il m’était donc difficile de te les prodiguer...

-        Mouais, j’imagine... Ça doit être mon côté mauvais garçon...

-        Le seul qui vaille la peine, fils ! Depuis quand Théodora projetait-t-elle tout ceci ?

 

Il regarde l'homme à l'épaisse crinière blanche et à l'air léonin. Il se souvient. C'est l'un des cousins de Gramy. Théodora ? Gramy, bien sûr.

 

-        Pas mal de temps. Je n'ai pas eu accès à tous les détails.

-        Tu peux en être certain, gamin. L'armée a beaucoup perdu en ne comptant pas ma cousine parmi ses plus fins stratèges, surtout dans les missions de sauvetage. Elle excelle dans le domaine et je vois que l'âge ne lui a rien fait perdre de cette extraordinaire faculté. Elle a bien fait. Tu peux lui faire confiance…

-        Je me le demande...

 

Damien regarde le corps tendu de Gabriel qui essaie de se contenir face à son père qui a les traits convulsés dans une rage pure et glaciale, à la mesure de sa haine et de son ressentiment. S'il pouvait faire quelque chose pour...

 

-        Ne te le demande pas, petit. D'après ce que j'ai pu entendre et voir, cet homme - que tu fixes du regard constamment - est de ceux qui n'entendent jamais raison. Ces personnes adoptent une attitude, une manière de faire et d'être et n'en dévient jamais. Ils deviennent ce que l'on dit de la justice. Rigide. Et le temps ne fait rien pour les changer, que du contraire ! Les convictions à ce niveau ne sont plus des convictions, mais des certitudes et ces certitudes sont l’antithèse de la vie-même. Il est temps d'avoir une conversation avec cet homme... Les contraires sont attirants et j'ai des félicitations à donner.

 

L'homme, Claude, comme Damien vient de se rappeler, n'a rien pris sur l’ample table garnie à foison. Le prétexte était tout trouvé, semble-t-il, pour l’aborder de façon casuelle. Il pose la main sur l'épaule de Damien, lui cligne de l’œil.

 

-        Je me souviens le premier repas familial que Théodora a organisé chez elle. Cela faisait deux mois qu’elle était mariée et le temps de s’installer dans la maison de Tobias et d’effectuer les changements idoines dans celle-ci – il lui avait donné absolue carte blanche - et d’autres choses propres à eux, il était temps de faire un repas familial. Nous étions une douzaine. Avant de venir, ses deux sœurs, mariées toutes deux et plus âgées qu’elle, l’avaient appelé pour médire de l’autre, tout en l’abreuvant copieusement de conseils pseudo judicieux. Sa mère fit de même. Bref ! Lorsque le jour « J » arriva, Théodora était déjà épuisée mentalement de tous ces on-dit et médisances, ainsi que de ces « directives » déguisées en conseils soi-disant bien intentionnés. Cependant, elle mit un point d’honneur à préparer un repas digne d’un roi. Elle a demandé à une jeune fille de venir l’aider. Lorsque la famille est arrivée, Théodora a aidé en servant l’apéritif. Après les salutations d’usage, chacun a pris place et les conversations légères et inconsistantes se sont engagées. Il y avait dans la pièce une atmosphère tendue, prête à exploser à n’importe quel moment. Il y a eu un commentaire et cela a commencé. Théodora est allé à la cuisine, donner la dernière touche au repas, elle a sans doute aussi donné ses directives à la jeune fille. Théodora est rentrée dans le salon, la tension grimpait, les remarques et autres fusaient avec un semblant de civilité. Les apparences étaient sauves… Nous sommes passés dans la salle à manger, elle a installé les convives, puis elle a dit quelques mots à l’oreille de Tobias. Il a souri en hochant la tête. Il lui a pris la main et l’a embrassée avec révérence et tendresse. Son regard parlait à lui seul de ce qu’il ressentait pour elle. Les discussions ont continué durant ce petit laps de temps, alors que Théodora sortait de la pièce. La jeune fille a servi l’entrée. Les échanges à épée mouchetée ont continué, jusqu’à ce que Christine, la sœur aînée, décédée à ce jour, se détourne de son algarade avec son autre sœur pour demander à Tobias : « Où reste donc Théodora ? ». Tobias s’est tourné vers elle et, en repliant soigneusement sa serviette, lui a répondu : « Elle avait à faire ailleurs ! Bon appétit à tout ! » Il a pris sa cuillère et a entamé son consommé. Tout était dit. Sobre, digne, élégant. Tobias était comme cela et plus encore. Un grand homme, s’il en fut un!

 

Claude part d’un rire plein d’humour et de tendresse. Le visage un peu sévère acquiert une beauté surprenante, généreuse.

 

-        Théodora a toujours été une maîtresse femme et Clémence suit ses pas. Je ne vous envie pas ton compagnon et toi... Vous n'aurez pas un instant de répit, mais quelle vie ! Ça, c'est enviable... As-tu choisi, fils ?

 

Il jette un regard d'un bleu délavé par l'âge, mais toujours très alerte, sur sa surprenante cousine. Damien pense que cet homme aurait aimé avoir pour compagne sa cousine – troisième degré si ses souvenirs sont bons. Cela n'a pas pu être. Il ne connaît pas cette histoire. Il demandera à Clémence. Claude le quitte sur ses mots et il le voit s'insinuer habilement dans le duo tendu et plein de hargne concentrée et réprimée du père et du fils. Gabriel reprend ses manières d'homme civilisé et naturellement aimable pour accueillir cet homme. Le père fait de son mieux pour garder cette contenance à laquelle il tient par-dessus tout. Claude, sous cette apparence de grand-père doux comme un agneau, cache une volonté de fer et aussi ce petit côté si particulier qu'a Gramy. Un appui de plus dans la vie qu'il s'apprête à entamer avec sa compagne et son compagnon. Cela ne sera pas de trop.

Un couple de jeunes gens s'approche de lui avec un sourire incertain et une lueur d'intérêt un peu lubrique dans les yeux. La curiosité peut plus que la morale. Ceux-ci auront de quoi raconter plus tard, lors de rencontres amicales ou professionnelles qu'ils auront et ça, c'est quelque chose que tout le monde apprécie. Lui, pas tellement. Le côté « je raconte, je commente et je fais en sorte d'en faire le sujet par excellence et à toutes les sauces à chaque rencontre et à chaque conversation » ne l'a jamais tenté. La vie est déjà assez complexe comme cela sans y ajouter cette dose de malveillance cachée sous une attention supposément bien-intentionnée. Gramy lui fait un petit signe. Elle parle avec ses parents qui ont repris du poil de la bête et semble apprécier ce curieux repas. Tant mieux. Surpris ? Non. Ses parents l'aiment et c'est totalement réciproque. Tout ira bien.

 

12.

                   Ils sont chez Damien. Au sortir du repas familial, Damien avait d'emblée décidé d'emmener ses amours chez lui. Il a pensé que l'endroit serait approprié, une sorte de no man's land sous la protection de tous ces témoins factuels de ces rencontres avec le « Monde ». C’est comme si ceux-ci pouvaient être des sortes de talisman pour cet univers dans lequel ils vont pénétrer tous trois. Étrange idée qu'il a eue là, mais qui n'a pas été concertée préalablement, si ce n'est, peut-être, avec un obscur instinct de protection vis-à-vis de ces deux êtres qui sont désormais le centre de son monde.  Gabriel marche en rond dans le salon de Damien. Le sol étant de marbre, peu de chance qu’il y fasse un circuit en forme de rigole, mais… Combien de temps et de kilomètres pour user les semelles des chaussures d’excellente facture de son compagnon ? Damien regarde les longues jambes se mouvoir nerveusement et arpenter l’espace relativement réduit de la pièce. Clémence suit son homme des yeux, affalée dans le large fauteuil trois places en cuir fauve. Damien lui jette un bref regard qu’elle ne capte pas, trop fascinée par cette déambulation acharnée. Il commence à chanter mezzo voce :

 

-        Un km à pied, ça use, ça use... un km à pied, ça use les souliers… Deux kms à pied, ça use, ça use, deux kms à pied, ça use les souliers…

 

Clémence tourne vivement son visage vers celui de Damien qui arbore un sourire en demi-teinte dansant sur ses traits ciselés. Celui-ci lui retourne un regard malicieux. Il hausse un peu la voix. Gabriel continue son parcours, inlassablement, sans se rendre compte de ce qui se passe autour de lui. Clémence entonne en sourdine la même comptine. Damien élève la voix et le ton, suivi par Clémence qui s’est levé et a rejoint Damien. Elle lui prend la taille tout en chantant de plus en plus fort. Gabriel regarde sa femme, les bras ballants, puis Damien.

 

-        Dix kms à pieds, ça use, ça use…

 

Gabriel a la mine confuse. Ses compagnons continuent à chanter à tue-tête.

 

-        Seize kms à pied, ça use, ça use…

 

Gabriel écarquille les yeux. Un cas de folie galopante duale ?

 

-        Vingt et un kms à pieds, ça use, ça use…

 

Gabriel éclate de rire brièvement. Il prend son inspiration et hurle.

 

-        STOP !

 

Les deux chanteurs qui se sont pris par la taille en chantant et en lançant bras et jambes de manière anarchique s’arrêtent net comme en stand-by. Gabriel se passe les deux mains sur le visage en se le frottant énergiquement. Absurde ! Totalement à la masse ! Il baisse les bras et regarde fixement Damien, l’instigateur, à n’en pas douter, de tout ceci.

 

-        Tu sais que t’es vraiment con, amigo…

-        Oui, mais les cons ont aussi leur utilité !

-        Ah oui, listillo ?

-        Oui ! Ils permettent à des gars aussi intelligents que toi de se démarquer brillamment par rapport à la masse silencieuse et conne !

-        Silencieuse ? Je suis sûr que tes voisins ont apprécié le concerto déjanté…

-        Ils n’ont pas l’oreille musicale, ça aide…

-        Chalao ! (Cinglé!)

 

Ils s’écroulent dans le siège qui grince de tous leurs ressorts. Ils restent là quelques minutes sans rien dire. La journée a été infernale.

 

-        Je crois qu’on devrait se coucher… J’ai préparé la chambre d’ami pour toi, Gabriel… j’ai pensé que… tu voudrais peut-être être seul…

 

Gabriel regarde Damien, si attentif, si prévenant. Il baisse les yeux. Damien sourit et tend la main à Clémence pour l’aider à se relever. Ils se dirigent vers la chambre à coucher de Damien quand Gabriel pousse un profond soupir.

 

-        Merci… J’apprécie vraiment le geste, compañero, mais je préfère être avec vous…

 

Clémence pousse un petit cri et s’élance vers Gabriel toujours affalé dans le large fauteuil. Gabriel la prend contre lui. Damien reste debout, le dos contre le chambranle de la porte menant au couloir et aux chambres. Il sourit tendrement à ses deux amours. Gabriel soulève sa femme et la mène vers Damien. Clémence pousse son visage contre le cou robuste de son homme et l’embrasse furtivement. C’est si bon d’être avec lui, avec eux. En passant près de Damien, Gabriel s’arrête brièvement et, vivement, regarde Damien dans les yeux. Ce dernier se penche brusquement en avant et l’embrasse sur les lèvres.

 

-        Hé !

-        Je ne résiste jamais à une tentation…

-        ¡Chalao ! ¡Totalmente chalao! (Cinglé, totalement cinglé !)

 

Gabriel secoue la tête en s’avançant dans le couloir illuminé doucement par des lampes halogènes artistement placées le long des murs. Damien sourit amplement. Tout ira merveilleusement bien. Juste une question de temps !

 

--------------------------------------------Hasta el próximo capítulo------------------------------------------------------------------------------------------------------Jusqu'au prochain chapitre---------------------------------------

 

 

 

 

 

 

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