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De escritura à écriture
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6 juin 2019

11__12___Oficina_de_Quejas___pa_blog 20_22__chap

DSCI024211__12___Oficina_de_Quejas___pa_blog       20_22__chap

 

Bonsoir,

Voilà les prochains chapitres de mes deux opus : Oficina de Quejas et Gabriel. Aqui tenéis los próximos capítulos de mis dos novelas : Gabriel y Oficina de Quejas. Bonne lecture! 

 

Oficina de Quejas

 

11.

 

            Seguimos andando por una calle atestada de personas. Me paro un momento, dejando pasar la marabunta de transeúntes apresurados. Crasos lo mira todo con interés. Supongo que no ha tenido tiempo de ver cómo cambian las épocas, si es que podemos vislumbrarlas, sumidos todos en nuestro cotidiano. Los tiempos son totalmente diferentes, ajenos a lo que vivimos en esos años tan lejanos. Crasos suspira profundamente.

 

-          Eran otros tiempos… ¿Te acuerdas?

 

Miro a Crasos, mi hermano de sangre, mi compañero de armas. Tiene un aire de nostalgia. Es tan parecido a lo que fue entonces y, a la vez, tan distinto. ¿El paso del tiempo?

 

-          ¿Recordar? ¿Los cuerpos desmembrados, la sangre corriendo en riachuelos por la arena, hierba o tierra según el campo de batalla, los gemidos desgarradores, los gritos de agonía, el hedor a vísceras, a sangre recalentada, a muerte, a descomposición, los toques de muerte y nuestros dedos cerrando parpados sobre miradas fijas hacia el firmamento, su propio final de vida y los Campos Elíseos? Sí. Me acuerdo y no en bien. Me acuerdo noche si y noche también, infinitamente, constantemente. Aquí, ahora, siempre de todas y cada una de estas personas que degollé, ensarté, destripé, desmembré, destrocé, maté. Sí. Me acuerdo…

 

Me mira con estupor, luego suspira profundamente. Tengo los ojos cerrados, los puños tensos. Imágenes se deslizan en la tela de fondo de mis recuerdos y lo lamento tanto, tanto…

 

-          Has cambiado. Hoy en día también hay guerras por lo que sé…

-          Si e incluso son peores. Nada de que enorgullecerse…

-          ¿Cómo pueden ser estas peores?

-          Son anónimas. Lanzan bombas o tirotean de lejos a “objetivos enemigos”. Es como estar en un juego donde los oponentes son fichas para eliminar.

-          No te entiendo, φιλοσ (amigo).

 

Suspiro profundamente. Claro que no me entiende, como podría…

 

-          Ven conmigo.

 

En unos segundos estamos delante de una gran pantalla de televisión. Crasos mira el artilugio moderno con curiosidad y extrañeza.

 

-          Es un televisor pantalla plasma de gran tamaño.

-          ¿Televisor?

 

Mira fijamente la pantalla con un desconcierto cada vez mayor. ¿Cómo explicarle que lo que ve puede estar ocurriendo en el mismo momento que se comenta los hechos, como en el caso de una transmisión con un corresponsal de guerra?

 

-          Es difícil de explicarte… Digamos que se pueden ver imágenes animadas y oír lo que dicen. No te espantes. La primera vez que vi una pantalla así, fue en un cine de verano, es decir que una pantalla como esta, pero gigantesca instalada en un descampado y preparada para un evento, es decir que personas vienen a instalarse para presenciarlo. Me sobresalté de tal manera que caí redondo sobre mis aposentos y mi espalda y dándome un cocorrón de mil demonios en el cráneo.

 

Crasos me mira la cabeza detenidamente.

 

-          Siempre tuviste una cabeza dura. ¿Cine?

-          Ya iremos. Proyectan películas, pero ya las veras… No te preocupes.

-          Ya… entonces…

-          Ahí vamos.

 

Enciendo el televisor y la pantalla se ilumina dando paso a imágenes comentadas de un bombardeo en algún lugar del mundo. Crasos se echa hacia atrás y cae con gran estrepito sobre el amplio y mullido sofá. Jadea levemente, los ojos desencajados y fijos sobre la planicie luminosa, la quijada sobre el pecho por tener la boca abierta. Se incorpora y va hacia la pantalla.

 

-          No te acerque demasiado, no podrás ver suficiente bien las imágenes.

 

Se detiene sin dejar de mirarla, hipnotizado por lo que ve, cuerpos ensangrentados, destrozados y hombres corriendo a toda pastilla con camastros y heridos de gravedad tumbados en ellos, futuros cadáveres para muchos, humareda envolviendo una ciudad con aspecto aún más siniestro, personas gritando, gimiendo, llorando, lamentándose, vivas imágenes de la desesperación, el sufrimiento de siempre. 

 

-          ¿Dónde es?

-          ¿Qué más da? ¿No lo ves? Fue un bombardeo, ningún guerrero a proximidad, ninguna heroicidad, solo una matanza ciega y anónima, un horror letal e inhumano.

-          No lo entiendo. ¿Dónde están los guerreros?

-          En los comics, las series de tele, las películas, las novelas y los juegos videos.

-          ¿Cómo?

-          Déjalo. Ya te explicare o mejor dicho te mostrare…

 

Suspiro interiormente. ¿Cómo explicarle la idea de lo virtual? ¿Cómo explicarle el mundo cibernético, las miles de historias inventadas, los personajes leyendarios? Para el, para mí, para lo que fueron héroes en las historias fueron nuestros aliados y contrincantes en nuestra realidad, incluso los dioses eran seres existentes para nosotros cuando eran meros personajes de leyendas para los humanos.

 

-          ¿Y los campos de batallas?

-          No hay campos de batallas, solo áreas de destrozo masivo, de matanza a por mayor.

-          Pero… ¿Y lo vencedores?

-          Solo hay víctimas, toda la humanidad se vuelve víctima y verdugo.

-          No lo entiendo…

-          Yo tampoco, pese a lo que he visto en esta misma pantalla.

-          ¿Por qué? ¿Esto es también un adelanto, un “progreso de la humanidad?

 

Alzo los hombros. ¿Qué le puedo contestar a esto?

 

Volvemos en el bullicio urbano. Crasos se ha quedado pensativo. Su mente siempre ha sido muy estratégica. Está procesando las informaciones. Seguimos el paseo. Estamos en ese momento del día donde las personas han vuelto a sus casas y las otras quedan vagando aquí y allí buscando un lugar donde cenar o tomar una copa con amigos o solo. La noche es dulce para la temporada del año, un empiezo de otoño por lo que dice el calendario. Por las temperaturas y las manifestaciones temporales, nadie podría decirlo con certeza. Como muchos dicen: el tiempo esta revuelto. La taberna delante de la cual pasamos tiene los grandes ventanales abiertos y las mesas de las dos terrazas están repletas de consumidores. La voz de una muchacha sale por unos altavoces dando un parte de noticias.

 

-          … las tropas avanzan sobre la capital. El bombardeo ha hecho dos mil víctimas y…

 

Crasos esta parrado como una estatua. No sé lo que le pasa. Desde que ha vuelto a mi existencia no lo entiendo mucho. Ha pasado tanto tiempo en esa grieta espacio/temporal que no puedo leerlo. Una música substituye a las noticias. Crasos me mira fijamente.

 

-          ¿Por qué se sigue dando tributos mortales al Dios de la Guerra?

-          No hay Dios de la Guerra hoy en día y desde hace ya algún tiempo.

-          ¿Entonces por qué la guerra? Por lo que he visto, no debería haber guerra en el mundo.

-          No lo sé… Siempre ha habido guerras…

-          ¿Y porque siempre ha habido guerras, tiene que seguir habiendo?

 

Nos miramos fijamente a los ojos. Fuimos ejecutores de lo que llamaban los Artes Guerreros y nunca se nos preguntó si queríamos estar metidos en esas reyertas. Estábamos concebidos para esta tarea. ¿Hoy en día siguen las cosas iguales entre ejecutores y mandantes?

 

-          ¿Por qué te has anihilado en las Sombras?

 

Crasos mira a lo lejos. Sé que su mirada no está aquí, pero en las imágenes inmóviles de sus recuerdos.

 

-          No podía más de toda esa sangre, esos cuerpos destrozados, esas vidas aniquiladas para siempre, esas ciudades arrasadas, despojos, destrozos, ruinas, desesperación, desamparo y tanto dolor, esos sufrimientos sangrientos que no me dejaban descansar nunca. ¡Hui! Como no podía hacerlo de mí mismo, me tiré al vacío y este me acogió hasta que no quise más estar en él. Sentí, supe que era el momento de volver a la vida, a la existencia. ¿Por qué hay todavía guerra?

 

Miro con ese mismo sentimiento de superación que siento desde siempre frente a situaciones, acontecimientos, vivencias que me trascienden.

 

-          Ven conmigo. No puedo decirte por qué, ni yo mismo habiendo existido todos estos milenios en las sociedades humanas no sabría decírtelo. ¡Vamos!

 

Nos desintegro molecularmente para llegar en otra calle de la urbe. Entramos en un local bastante amplio y bastante oscuro. Hay montones de pantallas encendidas con jóvenes delante. Se escucha de vez en cuando algunos que otros improperios, interjecciones o comentarios jocosos y desabridos. Llevan auriculares y se les ve todos muy concentrados en sus hazañas.

 

-          Ven...

 

Nos paseamos detrás de los muchachos y nos detenemos de vez en cuando. Crasos se queda petrificado detrás de un casi niño que está enfrascado con lo que está haciendo. Se ve personajes vestidos de πολεμιστής (guerrero) griego que se desplazan con velocidad y maestría matando por doquier a lo que parecen ser enemigos. Crasos se vuelve hacia mí.

 

-          ¿Qué hacen? ¿Están preparándose para la guerra?

-          No. Son juegos virtuales.

-          ¿Qué es esta locura? ¿Están jugando a la guerra? ¿Los niños, los jóvenes hoy en día juegan a la guerra? ¿Y quién son los enemigos reales?

 

Trago fuerte. Crasos se desplaza con una velocidad increíble detrás de cada joven o niño y sigue atentamente lo que hacen antes de ir a otro joven y repetir lo mismo. Vuelve hacia mí con el mismo sigilo y la misma velocidad. Me mira detenidamente. Trago fuerte otra vez. Sé lo que siente.

 

-          ¿Por qué juegan a la guerra? ¿Por qué no juegan a la vida?

 

Me ahogo en su mirada fulminante, sintiendo ese nudo de amargura y de incomprensión que siempre he sentido, que sigo sintiendo. Crasos respira hondo. Cierra los ojos y su cuerpo se tambalea. Conozco demasiado este aterrador e impotente desasosiego. Me mira con una sabiduría que me abraza.

 

-          Lo siento, φιλοσ (amigo). Me siento…

Le sonrió levemente. Lo sé. Mira hacia la pantalla que sigue vomitando sus informaciones.

 

-          ¿Pasan estas imágenes movedizas todo el tiempo?

-          Es la idea de poner informaciones de todo el mundo el día entero, en directo o en diferido.

-          ¿Quieres decir que se informa continuamente de lo que ocurre en cualquier lugar del mundo? ¿Por qué? ¿Para qué?

-          Es un servicio dado al público.

 

Veo Crasos intentar asimilar esta manera de vivir actual y sé que no lo logra.

 

-          ¿Es necesario tener conocimientos de todo lo que ocurre por todas partes?

 

Lo veo desconcertado. ¿Qué le puedo contestar? Sigue mirando el pantallón, los ojos desencajados, la mirada llena de una tristeza infinita. Se lo que ve, se lo que siente, se lo que piensa.

 

-          Vámonos, αδελφός (adelphos, hermano). Vámonos, Crasos.

 

12.

 

Estamos sentados en el borde de un rascacielos de la capital de Europa. No es el lugar más alto, pero no está nada mal. Abajo el tráfico es escaso en esta hora nocturna. Crasos mira hacia el firmamento esclarecido por las luces ciudadanas. Suspira levemente. Siento su melancolía como parte de la mía. Tantos milenios de existencia acaban por pasar una muy amarga factura. Si no fuera por el vaivén enloquecido de la Humanidad nos daríamos aún más pena de nosotros mismos.

 

-          Fuí a Ἑλλάς (Grecia)…

 

Miro a mi amigo Crasos. Sé lo que piensa, lo que siente.

 

-          ¿Qué han hecho de nuestra Ἑλλάς?

 

No digo nada. Miro al vacío. Ha estado tanto tiempo fuera del transcurso de la Historia en marcha que no puedo ni pensar por dónde empezar el relato de una muy larga caída y decadencia o viceversa. Crasos mira un punto situado en el suelo delante de él. Este suelo con revestimiento de “balatón” es horrorosamente tremendo e inusual por no decir totalmente desacertado. La oficina debajo de este techo y tejado tiene que dar un aspecto algo desastrado y poco acogedor, pero hasta este punto… Crasos se vuelve hacia mí y me mira fijamente. No creo que quiera una respuesta a esa pregunta retórica. ¿Qué podría decirle de todas formas?

 

-          ¿Cómo ha logrado aceptar Dice (Diosa griega de la Justicia) el despojo y lento destrozo del Partenón?

 

Abro la boca, la cierro. Un escalofrío recorre mi cuerpo. ¿Quiero recordar? ¡No! Pero…

 

-          No tuvo tiempo de enfadarse… tuvo mucho trabajo para llegar a instalar una justicia… justa.

-          ¿Una justicia justa? ¡Ni tú mismo te lo crees! Con Dice todo puede ocurrir, lo sabemos de sobra.

 

No quiero recalcarle que él tiene que saberlo mejor que yo puesto que tuvo con ella, en su momento, un idilio bastante movidito.

 

-          Lo ha logrado o, ¿no?

-          Sabes cómo es ella…

-          Si…

 

Una sonrisa torcida embellece su rostro cincelado. Siempre fue devastadoramente hermoso. No sé mucho de su vida íntima ni nunca me ha interesado mucho la verdad, pero las miradas perdidas y estúpidas en las caras de hembras y de machos hablan ya bastante de lo que han vivido en una relación. Hago una mueca mental. Afrodita tuvo unos berrinches con él en esos tiempos remotos y Crasos se lo pasaba fatal. Y una Afrodita en ese estado es una visión aterradora.

 

-          No volveré…

-          ¿Adonde?

-          A Ἑλλάς… no puedo

-          Si… Lo sé.

-          ¿Estuvo siempre así? ¡No! No me conteste. ¡Qué más da! Lo que hubo ya no puede volver, me tendré que conformar.

-          Sí. Nos tendremos que conformar…

 

Crasos sacude la cabeza sonriendo levemente. Me mira fijamente unos momentos. Nunca supe leer claramente su mente.

 

-          ¿Cómo está Zeva?

 

Me quedo de piedra, luego me relajo. Zeva queda como una amiga suya muy cercana y, independientemente de nuestra mutua contienda, es una persona que fue una persona muy cercana a mí. Según Malina, tenemos que arreglar esta pelea porque al fin y al cabo nos queremos de verdad. Malina tiene razón, pero mi sentimiento no depende de mi razón, entonces…

 

-          Bien. Lleva una vida tranquila. Ha creado una empresa de jardinería y se ocupa de todo lo referente a los jardines incluso. Hasta tiene sus propios cultivos.

-          ¿Me estás diciendo que se ha vuelto una campesina?

-          Ahora se llama arquitecto paisajista.

-           ¡Lo que sea! ¿Zeva? ¿La que fue el emblema y el ejemplo de la Espartanas y de las Amazonas? ¡No me lo puedo creer!

-          Créetelo. Está feliz y le va muy bien.

-          ¡Hombre! Esto sí que es increíble. La recuerdo peleando y luchando con esa potencia, esa gracia, esa habilidad que la hacía tan temible y tan fascinante…

-          Tanta sangre y tanta muerte. Tantas victorias con pedestales hundidos en cadáveres sin gloria ni felicidad. Tanta desesperación hasta lo indecible para volver a empezar a la primera de turno. ¿No lo has olvidado, φιλοσ μ (amigo mio)?

 

Crasos mira hacia el cielo nocturno. No ve todas las estrellas ni las cometas, el resplandor de las luces de la capital lo impide. Necesita este firmemente despejado para saber que aún existe un cielo, un universo que es menos cruel que lo que está bajo él.

 

-          No. No lo he olvidado y, ¿tu?

-          Tampoco.

-           ¿Ayuda tu nuevo oficio?

-          A veces. Puede ser graciosos, nunca aburrido. Algunos que otros creadores se vuelven hacia nuestros tiempos y lo reinventan.

-          ¿Cómo puede ser eso?

-          La biblioteca de Alejandría se esfumo tres veces. Estuve allí. Eso ha dejado muchos datos fuera del conocimiento.

-          ¿Entonces?

-          Entonces se lo imaginan o lo inventan con más o menos ingenio y facunda. ¡A veces las historias son tan improcedentes que me cuesta no hacerlas desaparecer!

-          Me imagino. Tengo un mundo que reconocer por lo visto.

-          Más de uno. El tiempo está cada vez más difícil para adentrarse en él. No hay tiempo para tomar el tiempo.

-          ¿Y Cronos?

-          Ya sabes como es. Se ha apartado por completo de los universos con « seres vives con mentes pensantes ». ¡Textual! Se ha dado por vencido.

-          Ya. Fue siempre algo conflictivo y ambiguo. Lo lamento.

-          Yo también.

-          ¿Tienes noticias de Hera?

 

Miro a mi amigo, mi hermano de armas, del alma. Estuvo una temporada larga enamorado de ella, pero le dio escobazo, aunque eso no le ha impedido seguir amándola. Claro que Hera estaba acostumbrada a que la adorararán como Diosa que era y este hombre fue para ella un adorador de más aunque él la viese como una mujer, de hecho la mujer de su vida. ¿Y, Zeus? Bueno se podría decir que eran y, quizás son todavía, una pareja moderna. Él no le ha hecho asco a ninguna fémina que se cruzase en su camino, tomándolas sin más como Dios que era. Como no podía ser de otra manera, Hera fue celosa hasta la locura, aunque ella no podía prevalerse de tener mejor conducta que él, Vayan ustedes a entender cómo funciona una pareja por no decir un ser vivo. Nunca Hera temió a Zeus. Diría que incluso Zeus debía temerle más a ella que ella a él. Estos dos han ido por libre durante miles de años y… Miro la cara de mi amigo. No se le ve muy feliz, pero eso es una actitud habitual en él. Me acuerdo de unos tiempos donde brotaban sus carcajadas como las gotas de agua de un torrente. Pero eso fue hace mucho y nuestras hazañas le borraron risas, sonrisas y hasta las ganas de seguir existiendo. ¿Dónde quedó este ser positivo y jovial?

 

-          Bueno… sí. Pero no sé si siguen vigentes, ya que datan de un siglo más o menos.

-          ¿Y?

-          Pues que se han casado.

-          ¿Cómo que se han casado?

-          Eso. Decían que les apetecía contraer matrimonio según las leyes humanas porque parecía divertido. Sobre todo lo de ser fiel etc…

 

Me mira con cara de pasmado que fue lo que yo y buena parte de los del Olimpo se les quedaron también.

 

-          Pero… ¡No lo entiendo!

-          ¡Ni tú ni nadie! Después no se ha sabido más, así que no te puedo decir si han seguido todos los conceptos y vivencias de un matrimonio humano convencional de aquella época con luna de miel incluida, porque hoy en día algo de todo esto ha cambiado en este particular.

-          Ya…

 

Miro la cara desencajada y confusa de mi amigo. Supongo que todos hemos tenido este rostro en el momento que supimos la noticia. Tantos siglos asistiendo a las peleas homéricas de la pareja infernal, las artimañas, las trampas, las injusticias cometidas a destajo y sin contemplaciones ningunas según el dicho: en el amor y en la guerra todo vale, tantas desavenencias que hacia vacilar sin templanza el mismo Olimpo durante décadas enteras, tantas guerras internas y menos internas, discrepancias y bandos enfrentados, trifulcas sin cesar y… ¡Bueno! Ni quiero recordar. Fueron unos siglos de terror, de gracia también y a veces de muchas felicidades. ¿Todo eso para que se casen felizmente comiendo o no perdices? La realidad supera los cuentos. Ahí va otro dicho. Crasos suspira profundamente meciéndose los largos y rizados pelos de color azabache. Debería cortárselos para darle una forma más moderna. Ya lo hará si quiere pasar un momento entre los vivos.

 

-          No creo en ellos como pareja, sean cuales sean las características que quieran poner en ella. No después de todo lo que presenciamos…

-          No eres el único que lo piensa, pero… ya sabes. Con los Dioses…

-          … todo es posible.

 

Nos reímos. Era como un lema privado entre nosotros, un “private joke”, como dirían los anglófonos. Crasos se inclina hacia delante y mira el panorama. Un zumbido continuo dice que estamos en plena ciudad aunque ya todo parece haberse detenido. Algunos ladridos se escuchan por doquier, otros sonidos más caseros dicen que las gentes no están durmiendo aun. No es tarde, media noche o poco menos.

 

-          Hay mucha luz…

-          Sí.

-          ¿Otro adelanto de la Humanidad?

-          Si, de alguna manera. Ya lo iras apreciando.

-          ¿Este halo grisáceo que empeña todo y este olor también?

-          ¿Todo era tan perfecto en nuestros tiempos?

-          ¡Touché!

 

Crasos mira el cielo. Sé lo que intenta ver.

 

-          ¿Cómo hacen para ubicarse con tantas nubes, luces y… estas neblinas apestosas?

-          GPS y paneles indicadores.

-          ¿Paneles indicadores?

-          Sí. Son unos paneles bastante precisos que indican caminos posibles.

-          No recuerdo que hubiese algunos de estos en los otros tiempos…

-          Los romanos hicieron algo al respeto, pero de manera muy escasa y en determinados lugares. En la edad media también, después… Pero en esos tiempos no estabas presente…

-          Así es. Y lo otro… ¿GPS? Por Zeus, hasta las palabras son extrañas.

-          Son tres palabras en realidad y esas son las siglas para Global Positioning System o sea, sistema de posicionamiento global…

-          ¡Ya! ¿Se supone que eso tiene que tener algún sentido para mí?

 

Me rio con ganas. Entiendo tan bien lo que siente. Es como llegar en otra galaxia con extraterrestres y culturas alienígenas… Cuando lo descubras se va a quedar tieso. Me acuerdo cuando supe de estos temas a través escritos. Me pareció tan descabellado el simple hecho de pensar que se podría salir de nuestra Tierra para ir en el cielo que me lo tome a risas. Un día lo vi en la televisión, después en el cine… Películas, documentos, debates, teorías… No ha parado desde entonces… De una cierta manera se vivía más tranquilo antes, pero quizás ¿más aburrido?

 

-          Es un aparato que te permite localizar un lugar donde quieres ir…

-          Me temo que esto me supera. Que me den las viejas constelaciones y me propongo de llegar igual, aunque viendo cómo está el cielo…

-          Me pasó igual cuando llego este aparato… Pero… ¿Recuerdas cuando nos perdimos en la Batalla de…

-          ¡Sí! Si no fuera porque Hermes pasaba por ahí… aunque “pasaba”, eso no es exactamente el verbo adecuado…

 

Estallamos en risas estrepitosas. Nos enjuagamos las lágrimas de puro gozo. Si se supiera la mitad de las cosas que hacían los Dioses antiguos…

 

-          ¡Más vale no saberlo!

-          Sigo pensando igual… sea como fuere, nos indicó el camino… no quiero saber lo que Ares nos hubiera hecho si no hubiéramos llegado hasta el campo de batallas…

 

Nos quedamos pensativos. Ares como Dios de la Guerra y marido de Afrodita, otra pareja que era de los más…- no se puede denominar, verlos actuar e interactuar era querer seguir célibe, por lo menos…- no tenía mucha paciencia y su furia podía ser mortal incluso para nosotros.

 

-          No te tomes las cosas de un solo tirón, φίλος  (amigo)… he podido presenciar los cambios a medidas que llegaban, tú no. Tómatelo con calma. ¿Sabes que vas a hacer ahora?

 

La pregunta puede ser normal, pero no para mí. No quiero que se enfrente a Zeus. Ya lo hizo en su momento y casi lo pierdo. Aunque Dios muerto en esta época, Zeus sigue teniendo sus poderes y puede usarlo contra Crasos sin piedad, casado felizmente o no.

 

-          Iré a visitar a Zeva. Después… Tengo algunos siglos que recuperar para ponerme al tanto. Pero no pienso perderte de vista, hermano mio. Volveré en algún momento.

-          Y estaré aquí cuando quieras.

 

No decimos más. Nuestra palabra vale como la de dos guerreros que fuimos antes durante tantos siglos. Se me nublan los sentidos. Quiero estar en paz. Crasos también. Lo siento en mi alma y en la suya. Nos fundimos en un abrazo potente. Un segundo más tarde ha desaparecido como solo sabemos hacerlo nosotros, sin dejar rastro.

 

 ----------------------------------------------Jusqu'au prochain chapitre-----------------------------------------------------------------------------------------------Hasta el próximo capítulo--------------------------------

 

Gabriel 

 

 

Une semaine avant le mariage

 

20.

 

      Les douze jours qui viennent de passer ont été des plus étranges. Lorsqu’il est devenu patent que tous trois, tacitement, étaient d’accord pour vivre dans la vaste demeure offerte par Gramy, le déménagement a été à l’ordre du jour. Clarisse et Clément ont quitté la maison deux jours après leur visite surprise. Damien subodore une manœuvre « Gramiène » là-dessous, car tout s’est enchaîné de manière très opportune. Il finira bien par savoir ce qu’il en est, même si cela n’a pas trop d’importance. Ce qui l’a c’est de commencer au plus tôt leur vie commune. Il ne peut parler pour Gabriel, fidèle à sa discrétion naturelle qui frôle de près la superstition. Il gage qu’il est aussi impatient que lui, sinon plus. L’homme réservé qui est aussi son amant a des réserves de passion qu’il a mises sous le boisseau depuis bien longtemps. Il se fait fort de ramener cette flamme magnifique. Lorsqu’ils ont commencé à parler du déménagement tripartite, ils ne se sont pas rendu compte de l’ampleur de la tâche. Choisir ce qu’ils vont amener dans leur nouveau foyer, sélectionner, empaqueter et ficeler s’est avéré un véritable travail de forçat. Ils s’y sont mis avec ardeur et méthode, dormant là où le désordre organisé était le moins encombrant. Le douzième jour ils ont fini les emballages et ils ont commencé à déménager. Clémence s’est assurée de cette partie de l’opération. Qu’elle ne fut leur étonnement à Damien et à Gabriel lorsqu’une demi-douzaine de « copains » est arrivée pour le coup de force. Ni lui, ni son compadre ne les connaissait, mais le contraire n’est pas vrai.

 

-          Jef

-          Mario

-          Ted

-          Tom

-          Yves

-          Tran

 

Au milieu du salon dégarni de Clémence, ils se sont présentés et salués en se serrant la main comme s’ils ne voyaient rien d’étrange à la situation. Clémence fait la timide, ne voulant pas comprendre l’étonnement circonspect de ses amours. Ces derniers auront quelques questions à lui poser, en privé.

 

-          Damien

-          Gabriel

 

L’un des six gaillards a une dégaine impayable. Ce n’est pas tant les vêtements si mal assortis qu’un air d’être quelqu’un qui semble être plus ailleurs qu’ici. Damien a tout de suite connecté avec l’olibrius et plus, lorsqu’il s’est écrié au début de la rencontre et de cette espèce de moment de gêne où nul ne sait quoi dire ou faire :

 

-          Wep ! Ça c’est vraiment space ! Trois déménagement en un… ça fait mousser comme du shampooing, hein !

 

Tous les yeux l’ont regardé avec de la commisération pour certains et de l’ébahissement pour d’autres. Clémence rétablit les choses en quelques mots.

 

-          Yves a une prédilection pour les clichés… Faites pas attention !

 

Damien a eu un petit rire.

 

-          Heureux de te rencontrer, Yves. Je suis spécialiste es-clichés !

 

Yves a tendu la paume et ils se sont checkés les cinq. Clémence a soupiré. Quelle idée de faire appel à sa bande d’ados attardés ! Mais si ce n’était pas eux, qui ? Le déménagement promet. Et ce fut bien le cas. Trois heures plus tard, entre fou rires, commentaires, anecdotes, dextérité et efficacité, ils se retrouvent avachis dans les trois fauteuils – à deux, trois places avec position relax et une place – placés en plein milieu du vaste salon à moitié vidé de ses meubles. Clarisse et Clément les ont avertis qu’ils laissaient certaines pièces meublées partiellement. Sans le dire vraiment, ce couple charmant voulait laisser quelque chose de leur passé, de leur foyer, à demeure. Gabriel avait appuyé fermement leur désir, les assurant – et rassurant - que ce ne serait que tout bénéfice pour eux de garder ces quelques meubles et autres objets. Quatre paires d’yeux l’avaient scanné prudemment. Qu’avait-on fait de leur Gabriel si timoré ? Le silence règne entre les travailleurs, celui qui suit un intense effort. Tran relève la tête qu’il tenait appuyé sur le dossier. De complexion plutôt petite, il se maintient en forme, ni trop mince, ni trop gros. On le sent concentré et discret, quoique très présent. Peu de choses doivent se passer à son insu. Il est de ceux qui observe tout, mais qui n’a jamais l’air de le faire.

 

-          Chouette baraque ! Je comprends mieux le dilemme…

 

Gabriel et Damien regardent Tran, puis Clémence calée entre eux deux dans une pose abandonnée et relâchée. Elle se redresse un peu et regardent ses compagnons, étonnée. Elle n’a pas écouté.

 

-          Dilemme ?

-          Je veux dire que cette maison a tout pour rendre heureux, même la plus difficile des personnes ne pourrait rien objecter…

-          Mm !

 

Gabriel et Damien se regardent.

 

-          Alors, dîtes-moi… Vous comptez faire quoi avec vos apparts ?

 

Tous regardent fixement Yves avec des degrés divers d’étonnement. Damien a un petit rire qui n’augure rien de bon.

 

-          D’accord ! La question ne serait pas plutôt : maintenant que vous allez vivre votre vie de trio, est-ce encore nécessaire d’avoir des apparts individuels ?

 

Un silence tombe brutalement entre chacune des personnes. Yves sourit amplement.

 

-          Wep ! C’est ça en somme… T’as bien zippé ma question, mec !

-          D’aaaacccorrd… J’aimerais donc vous éclairer sur ce point et sur d’autres… je peux juste dire en mon nom et aussi au nom de mes conjoints ici présents que nous avons librement choisi cette situation et qu’on va essayer au mieux de la vivre au quotidien avec tout ce que cela comporte. Pour le reste, peu importe… Nous verrons au jour le jour… Personnellement, je ne sais pas encore ce que je vais faire de mon appart, mais j’ai aucun mal à trouver des solutions aux problèmes. Merci de vous en inquiéter...

 

Damien leur fait un sourire style vendeur et le groupe d’amis éclatent de rire en levant spontanément le pouce en l’air, d’un air approbateur. Intérieurement, Damien approuve leur désir de protéger Clémence, mais extérieurement il est bon qu’ils sachent que ce rôle, désormais, leur est dévolu à lui et à Gabriel. Ce dernier hoche la tête en prenant la main de Clémence. Damien prend l’autre. Elle pose la tête contre l’épaule de Gabriel et leur sourit, la gorge un peu nouée. Ses hommes, ses compagnons…

 

21.

 

Ils sont assis par terre, mangeant au mieux avec des couverts en plastique dans les diverses boîtes et autres contenant de nourritures chinoises, indiennes, italiennes et belges. Gabriel avait proposé de défaire un carton destiné à l’ample cuisine, afin de distribuer des verres, des assiettes et des couverts plus « agréables à utiliser », selon ses termes, mais tous avaient refusés clairement, arguant que « là où il y a de la gêne, il n’y a pas de plaisir ». Ils en sont aux desserts, au café et au thé, dans une sorte de léthargie digestive bienheureuse. Ils ont parlé à tort et à travers de tout et de rien en particulier, se houspillant et se raillant avec complicité et affection. Gabriel est resté un peu en retrait, Clémence, dans une forme éblouissante qui a démontré sa complicité et son affection partagées avec le petit groupe d’amis, a participé totalement et Damien a fait chorus. La bonne humeur et le plaisir du moment imprègnent la pièce comme un halo subtil et détendu. La nuit est tombée comme un lourd rideau opaque, bien qu’il ne soit que six heures du soir. Cette fin d’hiver étire son côté sombre avec détermination et mauvaise humeur.

 

-          Alors, comme çà, vous vous connaissez depuis quand tous les trois?

 

Mario regarde Gabriel, puis Clémence et enfin Damien qui ont chacun une mine de deux mines. Clémence fustige du regard le plus insolent de ses amis. Elle aurait dû s’en douter.

 

-          Ouh là ! C’est pas vrai, fillette, t’as pas raconté à tes hommes qui nous sommes ? Ça fait vachement mal çà…

 

Mario fait mine de vaciller comme s’il avait un coup au cœur. Clémence rougit furieusement en baissant la tête.

 

-          Je… En fait… je ne savais pas très bien comment dire que… enfin, c’est pas toujours évident de…

-          Merci, Mario ! Bravo ! T’as toujours autant de difficulté à séparer penser avec ta tête ou penser avec tes muscles…

-          Tu sais ce qu’ils te disent mes muscles, Ted ?

-          Du calme les enfants ! Faites pas attention aux gros nounours de la bande, ils sont un peu agités, mais très gentils…

 

Les six amis et Clémence éclatent de rire d’une blague qu’ils sont seuls à connaître. Damien et Gabriel sourient sans plus, un peu perdus. Tran reprend la parole avec un air sérieux, ce qui semble être sa manière d’être habituelle.

 

-          Mais Mario a raison, même si le procédé est un peu outré… En fait, nous nous connaissons depuis les humanités. On a passé quatre ans dans la même classe, puis nous avons perdu peu à peu le contact lorsque nous avons choisi nos études supérieures. Il y a un an à peu près, il y a eu une fête d’anciens élèves. On a passé un si bon moment qu’on a décidé de se revoir de temps à autres, comme au bon vieux temps. On travaille tous dans la même commune et quelquefois on va manger un bout ensemble. Pourquoi ne leur as-tu pas parlé de nous, fillette ? C’est pas que c’est obligatoire, mais…

-          Pour la même raison que je ne suis pas arrivé à vous parler d’eux…

-          T’as honte de nous ? D’eux ? De toi-même ?

-          NON !

-          Putain, Jef ! Tu l’ouvres presque jamais, mais quand tu le fais, c’est vraiment too much !

 

Jef sourit à Yves en montrant les dents qu’il a parfaitement aligné et très blanche, un bon travail d’orthodontiste et de mère nature via la génétique.

 

-          Mais… Jef n’a pas tort…

 

Clémence soupire en se mordillant le coin des lèvres.

 

-          Désolée…

-          Hé ! On ne veut pas d’excuses, ni même de justificatif, t’es libre comme on l’est tous en grande partie… C’est juste par curiosité et parce que… tu sais… on est amis et tout ça…

 

Yves a l’air gêné.

 

-          Tu as raison, Yves… En fait, je n’ai pas honte, du tout, au contraire. Quand je vous ai appelé il y a une semaine et que nous sommes allés manger un bout, c’était pour passer un moment ensemble, mais surtout c’était pour vous parler de Damien, de Gabriel et de moi. Le voyage que j’ai organisé…

-          Et dont tu ne nous as pas parlé, d’ailleurs, merci !

-          La ferme, Mario ! Continue, fillette…

-          Je ne savais pas alors comment cela allait se passer. Et puis… jusqu’au moment où je décide d’organiser ce voyage, je n’étais pas certaine de nous trois ensemble. Enfin, j’étais sûre de moi et de nos sentiments les uns pour les autres, mais… bon… je ne savais pas si…

-          Si la mayonnaise allait prendre pour vous trois…

 

Il y a un moment de silence stupéfait avant qu’un éclat de rire ne les secoue tous. Tran donne une petite tape sur le derrière du crâne de Mario qui rit de plus belle. Clémence est la première à se reprendre. Elle fronce les sourcils. Il faut qu’elle leur explique, mais ce n’est jamais évident et puis… elle se sent si fautive. L’est-elle vraiment ? Vie privée oblige, non ?

 

-          C’est un peu crû, mais pas mal résumé… enfin, je l’aurais pas dit comme cela…

-          C’est sûr… tu l’as même pas dit, alors…

-          MARIO !

 

Mario lève les mains en l’air et fait mine de tirer une fermeture à glissière sur ses lèvres.

 

-          Donc… j’ai pris un risque calculé et… j’ai compris que c’était possible, pas certain, mais viable et que la difficulté allait être de nous réunir ensemble, concrètement. Je ne pouvais pas vous parler d’eux avant cela, parce que ce n’était pas si clair pour moi. Ma vie a été bizarre pendant deux ans, je me suis…

-          Coupée en deux…

-          Merci, Yves, c’est exactement cela. Et je devais me réunir et nous réunir. C’était…

-          Un quitte ou double…

-          Oui, si tu veux… Et Damien et Gabriel ont accepté…

-          En fait, vous êtes heureux, quoi !

-          Oui. C’est ce qu’on peut dire, Yves.

-          Ben, c’est le principal, non !

-          Simplet vient de résumer la situation.

-          Donc… Clémence ne vous a pas parlé de nous…

-          C’est bien ça, compadre ! T’as tout compris.

 

Gabriel fronce les sourcils en faisant une grimace à Damien.

 

-          Quand je vous ai réuni pour vous expliquer la situation, je savais que j’aurais difficile à vous en parler, mais plus autant que les mois précédents. Ce que je savais, c’est que je vous veux comme amis dans ma vie et dans celle de Damien et de Gabriel et parce que j’ai confiance en vous. Puis… on avait besoin de mains d’œuvres pour les déménagements et vous êtes moins chers que des pros !

 

Un tollé général s’élève où les fous rires et les claques fussent amicalement ici et là. Gabriel n’est pas en reste. Il comprend ce qui unit cette petite bande et il sera heureux de les avoir avec eux, de temps à autres. N’y a-t-il pas un barbecue derrière, dans un coin de l’ample jardin ? Très pratique !

 

Durant l’heure suivante, ils racontent des anecdotes qui toutes concernent leur amie Clémence qu’ils appellent « fillette » depuis le début, malgré le fait qu’ils ont tous admis unanimement que de tous, elle est celle qui a toujours fait montre de plus d’originalité, de témérité et d’opiniâtreté.

 

-          Vous auriez dû la voir quand on était ados… Putain ! Des fois, c’était limite craignos. On a tous un an de plus qu’elle et quand on a vu comment elle était, on a décidé de la surveiller. Attends, t’énerves pas, fillette ! C’est pas qu’on voulait l’empêcher de faire des stuut, ni rien, mais des fois, on avait peur pour elle, jusqu’à ce qu’on comprenne qu’elle avait suffisamment bien ficelé la situation pour que ça tourne au mieux.

 

Cinq têtes se sont hochées vigoureusement en signe d’affirmation. Clémence rit tout bas en faisant une moue à ses deux hommes. Damien n’est pas surpris, quant à Gabriel, il commence à considérer d’autres aspects troublants de sa dulzura ! Tran tape sur ses cuisses en se relevant prestement et secouant un peu ses vêtements.

 

-          Je ne sais pas pour vous, troupeau d’ânes bâtés, mais demain, c’est jour opérationnel…

-          Wep ! Idem pour nous tous, petit malin quoi que… Pour nos amoureux aussi?

-          Arrête d’être indiscret, Ted !

-          Je demande juste…

-          C’est ça ! Et les chiens renifleurs ne sont pas des fouineurs ! Allez… On y va… laissons les fiancés profiter à donf de leur tout nouveau bonheur, en toute intimité et dans un nouvel endroit, ce qui peut être un plus pour le côté d’la chose!

-          JEF !

 

Chacun se relève en riant encore et en houspillant leur ami de plus belle, qui ne fait qu’en rire plus

fort. Un aimable chahut ponctué d’exclamations et d’autres chamailleries entourent leur départ. Il semble que les manteaux, écharpes, gants et autres bonnets soient difficile à retrouver dans le fatras des vêtements jetés sur un fauteuil d’aspect fragile dans un coin de l’ample pièce. Fin prêt et habillé pour affronter la froidure humide de ce début de soirée hivernale, chacun se donne l’accolade en se promettant de se revoir très bientôt. Tous y vont d’un petit mot tendre et affectueux pour Clémence.

 

-          Je peux ramener quelqu’un en voiture si…

-          Merci Damien… On va se débrouiller… On a deux bagnoles et on va tous dans le même sens…

 

La petite bande se dirige vers l’entrée. Tran regarde avec un intérêt non dissimulé la demeure. Gabriel observe ces yeux scrutateurs et repère l’esthète.

 

-          Tu veux visiter…

-          Un de ces jours, oui, j’aimerais beaucoup…

-          Rendez-vous est donc pris…

-          Merci…

 

Gabriel sourit à Tran. Il apprécie l’homme. Il sent des accointances entre eux, plus qu’avec les autres. Qui se ressemblent s’assemblent ? Hum ! A-t-il aussi une veine de spécialiste es-cliché ?

      Les phares arrière des deux véhicules disparaissent dans la nuit désertée des rues et autres artères de la capitale. Damien et Gabriel se tournent vers leur femme.

 

-          Et maintenant, à nous deux…

-          Euh, vous voulez dire à nous trois…

 

Damien et Gabriel se regardent au-dessus de la tête de leur compagne et ont un même rire bas, canaille. Ils prennent chacun un côté de leur Clémence et entrent précipitamment dans la maisonnée. Clémence pousse un petit cri, suivi d’un grand rire. Tout s’est bien passé, non ?

 

Cinq jours avant le mariage

 

22.

 

Damien a invité Oscar à la maison. Cela fait étrange de dire « maison », mais c’est comme cela qu’il la sent depuis la première fois qu’il a posé les yeux sur elle. Pourtant il est plutôt du genre « appartement », si tant est qu’il y ait un genre de ce genre-là. A force de tout sélectionner, quadriller, encadrer, recadrer, décadrer et sérier, on finit par tout dénaturer, pire par créer ce qui n’aurait jamais pu l’être naturellement. C’est le but sans doute ou, alors, une formidable faculté à passer le temps à faire tout et n’importe quoi pour justifier tout et n’importe quoi. Qu’importe ! Tant qu’à être dans la quadrature du cercle, il opte pour le « décadrage aléatoire » !  Ils ont fini de dîner et le repas, ainsi que le déroulement de celui-ci, a été exquis. Oscar a un don particulier, celui de mettre à l’aise et aussi celui de faire rire. Gabriel a ri aux éclats et le spectacle était délectable, surtout venant de quelqu’un qui prise la discipline et la maîtrise en tout.  Damien n’a pas été en reste et il s’est soumis avec bonne humeur à toutes les piques et railleries à son encontre. Cependant, il a rendu coup pour coup, mais il avoue qu’il n’a pas été aussi brillant que d’habitude. Gabriel l’a surpris et surtout captivé par un sens de l’humour subtil et sa manière d’être avec Oscar. Qu’avait-il craint en ce domaine ? Ne sont-ils pas tous des plus civilisés ? Quoi que… son inquiétude était plutôt de ne pas gêner ou mettre à mal son compagnon et ça, c’est nouveau, mais pas surprenant compte-tenu de qui il est et de sa préoccupation constante pour ceux qu’il aime! Clémence a été… splendide ! La femme de la situation, de toutes les situations, sa compagne, leur compagne. Il a savouré chaque moment de son plaisir, de ses éclats de rire, de cette luminosité qui l’a tant attiré au départ et qui continue exponentiellement à le séduire, à le ravir, à donner sens à sa vie. Gabriel et Clémence ont insisté pour préparer le dessert, autrement dit, une attente d’une petite quinzaine de minutes et les ont donc, lui et Oscar, inciter à passer un peu de temps ensemble. Oscar n’a pas dit non, le contraire aurait été étonnant. De plus… Damien se doute qu’il a quelques questions à  lui poser et ce, plus encore, depuis les quelques messages cryptiques qu’il lui a envoyé après son retour de Santo Domingo. Ils sont dans la véranda qui est devant l’ample jardin derrière la maison, soumis à l’obscurité d’une nuit venteuse et pluvieuse. Rien d’un autre monde, le climat habituel. D’une part c’est rassurant, de l’autre, combien un tel climat peut porter sur les nerfs, souvent ! Ils ont pris un verre de vieil armagnac. Oscar est un fin connaisseur et surtout un complet snob ! Il n’hésite jamais à profiter de toutes ces choses qui semblent tout droit sorti d’une histoire avec aristocratie incluse. Il sait si bien jouer ce rôle-là, la sophistication faite homme. Cela lui va bien et ma foi, s’il lui fournit l’occasion de goûter à des choses aussi sélecte… Qui irait l’en blâmer ? Oscar regarde son ami Damien fixement. Le regard qui est destiné à percer à jour et à déstabiliser ! Aucun effet sur Damien, mais ce dernier ne l’a jamais révéler, cela aurait gâché le plaisir de son meilleur ami.

 

-          Tu es sûr, Damien ?

-          De quoi ?

-          De toi, je suis sûr comme tu l’es de toi-même, mais de cette situation ?

-          Autant que de n’importe qui dans une relation qui implique des sentiments. Depuis quand la certitude fait partie de la relation des couples ? Depuis qu’il y a statistiquement sept couple sur dix qui se divorcent ou se séparent, ce qui peut se traduire par des « pseudos échecs » ? C’est ça ?

 

Oscar sourit en faisant tourner le liquide ambré dans le grand verre ballon. Damien a le sens des formules extravagantes ! Des « pseudos échecs », vraiment ? Il n’a pas tout à fait tort et si c’est bien ce qu’il comprend par ces « pseudos échecs » de couple, ces derniers sont partout, y compris parmi les homosexuels, il est bien placé pour le savoir ! Bâtir une relation est moins évident que de faire construire un édifice, quelques soient les écueils et difficultés que celui-ci rencontrera durant son édification. C’est dire ! Un vrai saut dans le vide sans filet et encore !

 

-          Je ne peux pas te contredire sur ce point, Damien !

-          Alors sur lequel ou lesquels peux-tu, Oscar ?

-          Tu n’es pas jaloux ?

-          Et toi ?

 

Oscar réfléchit.

 

-          Oui, mais plutôt envieux… vous êtes si manifestement heureux ensemble malgré le peu de temps que vous vous connaissez… Combien au juste ? Un petit mois ?

-          Un mois et douze jours…

-          Tu as toujours été si précis… cependant cela ne fait pas si longtemps…

-          Il y a un temps déterminé pour savoir si c’est viable et vivable ou pas ?

-          Non. Oui…

-          Tu oublies que nous avons eu deux années, Gabriel et moi, pour bâtir une relation forte avec Clémence…

-          Et cela compte vraiment, étant donné que ce n’était pas tous les trois ensembles ?

-          Oui, du moment que Clémence a eu les idées assez claires pour savoir que nous serions… compatibles.

-          Comme un ordinateur ?

-          Wep ! Mais avec les perfections des circuits positroniques et la puissance des Asgards, alors hein… Ou tu sais quoi ?  Plutôt avec l’intelligence d’adaptation des êtres humains qui est vraiment la plus parfaite et la plus adéquate !

-          Arrête de plaisanter ! Quoiqu’il en soit, je vous envie du fond du cœur…

-          Tu as « la sana envidia »…

-          C’est ce concept intéressant que tu m’as expliqué l’autre fois… Mm ! Oui. Je crois que c’est plutôt cela…

-          Moi de même, j’ai « la sana envidia » quand je vois Clémy et Gab ensemble…ils sont si parfaits…

-          Je peux t’assurer que c’est valable pour elle et toi, pour toi et lui et les trois ensembles. Je dirais presque que c’est comme si vous étiez ensemble depuis des années…

 

Damien réfléchit.

 

-          C’est peut-être le cas, par procuration en somme. Clémence a su instinctivement - dès le départ sans doute - que nous étions… compatibles, viables, vivables ensemble… peu importe le terme !

-          Ah, l’intuition féminine…

-          Oui, si tu veux ! Dans le genre cliché… Ça te laisse où, toi qui n’es pas une femme, Oscar ?

-          Au niveau de l’intuition féminine dans ma part de féminité incluse dans ma part de masculinité !

 

Damien éclate de rire. Oscar a toujours eu l’humour subtil et corrosif en même temps.

 

-          Pose ta question, Damien ! Je t’y réponds si je peux…

 

Damien regarde son meilleur ami et toujours fidèle allié. Comment fait-il pour deviner les choses ?

 

-          Tu crois qu’il est homosexuel ?

 

Oscar le regarde fixement, puis a un bref sourire.

 

-          La meilleure réponse serait : autant que toi. En tout état de cause, il n’y a pas – et je n’en suis pas un de toute évidence - un détecteur ou un capteur ou senseur – choisis le terme idoine – qui pourrait déterminer si on est homosexuel ou pas ! Il n’y a pas de « test » qui le définit ou le révèle réellement, ce serait trop facile et surtout une véritable catastrophe ! Les sentiments et les émotions sont notre part imprévisible par nature et évidemment indéfinissable par essence et chacun adapte ceux-ci aux critères de notre environnement vital à tous niveaux et intensités. Et tu vois les résultats quand on essaie de les enfermer dans des catégories bien délimitées et définies, pas probants du tout ! Voire pire ! De plus… aimer, tomber amoureux… crois-tu que cela se passe au niveau d’un genre, d’une catégorie, d’un profil personnalisé et psychologique précis et prévisible ? J’en doute… je penche plus pour « tomber en amour », comme disent les canadiens, d’une personne et le sexe de celle-ci peut ou non compté. Il n’y a pas un moyen de rendre tout cela… scientifiquement viable ou vivable…

 

Damien pense à ce qu’Oscar vient de lui dire et qui trouve écho en lui. Il en est arrivé aux mêmes conclusions. Cela n’aidera pas Gabriel, si c’est de cela dont il a besoin, il en doute. Avoir des réponses n’éclaircit pas forcément, tout comme poser des questions, si cela tourne autour des mêmes incertitudes, cela peut juste maintenir une certaine stabilité ou mettre le doigt sur ou encore la base de quelque chose que l’on désire ou pas changer en nous, dans une décision, dans une circonstance… dans la vie, la nôtre, en somme ou encore en nous-même. Sait-on toujours tout si clairement, si rationnellement ?

 

-          J’ai observé ton compagnon. Il est comme enfermé dans des couches de sentiments et d’émotions contradictoires, à tel point, qu’il a peu d’espace pour se mouvoir et surtout pour avoir une quelconque possibilité de choix, d’élection ou même de compréhension de la situation et de ce qu’il est par rapport à elle et à lui-même. On l’a fragmenté. Laisse-lui de l’espace. Il prendra le temps qu’il lui faut. Il a besoin d’une marge et d’une margelle pour établir une certaine distance pour mieux voir l’ensemble, mieux se placer, se définir lui-même, se comprendre, s’accepter sans doute, voir venir et faire des choix plus adéquats, plus… heureux.

 

Damien considère cette explication comme certaine et hoche la tête.

 

-          Tu as de la chance, Damy. Vous avez de la chance et surtout vous vous aimez et respectez à parts égales et cela fera toute la différence ou pas. Tu m’étonnes, Damy…

-          Pourquoi ?

-          Parce que l’homme sûr de soi - ou du moins est-ce l’image que tu projettes toujours de toi-même -  est devant moi comme un ado inquiet et déstabilisé, alors que tu es enfin là où tu désirais être réellement et en plus, tu le sais intérieurement. C’est quoi le problème ?

 

Damien soupire profondément et laisse tomber les épaules.

 

-          J’ai peur de les perdre. C’est tellement important pour moi de les avoir avec moi…

-          Plus que de la peur, c’est un manque de confiance ou de foi en ce qui t’arrive… tu l’as tellement désiré que tu crains que cela ne puisse subsister. C’est plutôt positif. Si tu ne laisses pas la peur s’immiscer. Elle est toujours de mauvais conseil et en trop. Mais si tu as cette crainte, tu seras vigilant et cela t’aidera à pallier aux soucis qui viendront et à trouver ce qui aidera à résoudre les problèmes… Un doute raisonnable… Quant au côté « homosexuel », c’est une connerie ! Tu aimes Gabriel, tu aimes Clémence et c’est cela qui compte ! N’essaies pas d’aider Gabriel dans ce domaine non plus. Il a sûrement déjà trouvé un modus vivendi par rapport à cela… De plus… trouver une solution à ce qui n’est pas un problème en soi est inepte !

-          Merci ! Je me sens rassuré maintenant !

-          Ne fais pas ton sale môme ! Ne cherche pas de mode d’emploi, Damy, il n’y en a jamais dans les situations d’amour et tu es en plein dedans. Alors, mon conseil, Carpe Diem !

-          Ah, je me demandais quand tu allais me les ressortir les mots magiques…

-          Ah, mon petit Damy d’amour, tu me connais si bien ! Et puis, tu sais combien je suis prévisible !

-          C’est ça et bois de l’eau claire !

 

Ils éclatent de rire bruyamment. C’est comme cela que Gabriel les trouve. Il reste un instant à les observer sur le pas de la porte. Leur complicité saute aux yeux. Lorsqu’il a su que l’invité était Oscar, il s’est senti plein d’appréhension. Puis au fur et à mesure que la veillée s’est poursuivie, il a constaté, en parlant avec lui, que c’était une personne incroyable, si plein d’humour et si agréable qu’il a presque senti de la jalousie vis-à-vis de cette amitié si particulière qui unit son compagnon et Oscar. ¡Sana envidia ! Le plus étrange, alors qu’il s’attendait à être acculé et molesté par le fait qu’Oscar soit homosexuel et que lui est « indéfini » à ce niveau-là, c’est plutôt cette proximité amicale qui l’a déstabilisé intérieurement.  Aurait-il trouvé en lui la force de se défaire de ces chaînes mentales qui l’ont torturé durant presque toute sa vie ? Contre tout pronostic, il apprécie vraiment l’homme dans son entièreté. Il a une personnalité, une vraie,  solide et « de confianza ». Il en est aussi ravi pour Dam, su compañero, quoi qu’il le jalouse pas mal aussi. Les deux hommes ont fini par le repérer et le regardent en silence. Gabriel rougit un peu.

 

-          Euh… Clémence m’a demandé si vous voulez un café ou un thé en plus du dessert qu’on a préparé…

-          Ah, D’accord ! Ce que femme veut… On arrive. Un café nous fera le plus grand bien, mais c’est moi qui m’en charge ! Personne n’a envie de boire l’espèce d’eau de vaisselle que tu prépares, Gab ! Sans vouloir t’offenser, amigo !

 

Damien donne une grande claque dans le dos d’Oscar et file sans demander son reste. Gabriel reste un instant interdit ! Satané bonhomme !

 

-          Désolé ! Des fois il est vraiment…

-          Oui. Je pense la même chose. Damy aime faire des choses comme ça ! C’est pour cela qu’on l’aime, aussi, non ?

 

Gabriel regarde l’homme distingué et plein de malice devant lui.

 

-          C’est le moins qu’on puisse dire…

 

Oscar a un petit rire.

 

-          Nous y allons ?

-          Après toi…

 

Ils se dirigent en silence vers le salon.

 

-          Je ne te forcerai jamais à parler avec moi de quoi que ce soit et encore moins de certain sujet… qui te préoccupe en particulier, Gabriel. Les chausse-trappes façon Damien sont totalement inefficaces en ce qui me concerne et il le sait bien, le bougre !

-          J’imagine ! Merci… J’ai également du mal à me laisser attraper dans des « chausse-trappes ».

-          Je n’en doute pas. Je vais juste te dire…

 

Il retient Gabriel par le bras et s’approche de lui, mais sans l’assaillir ou empiéter sur son espace privé. Oscar le regarde droit dans les yeux, choses improbables puisqu’il est plus petit d’une tête, mais il y arrive malgré tout. Un homme de recours indéniable !

 

-          … que j’aime Damien et que si tu lui fait du mal, je te briserai. Mais, je dois aussi dire, en toute honnêteté, que vous êtes plus dans la catégorie « petite maison dans la prairie » que dans « les liaisons dangereuses » et ça… c’est foutrement enviable ! Et… je suis heureux pour vous trois. Essayez de pas trop l’afficher, ça me fout les boules !

 

Gabriel rit. Ils reprennent la marche.

 

-          Avec Damien, la discrétion n’est pas assurée !

-          Tu peux le dire ! J’aurais dû lui botter les fesses il y a longtemps…

-          Cela ne lui aurait pas déplu, sûr !

 

Oscar sursaute à ses mots, puis se reprend. Que doit-il comprendre ?

 

-          Alors tu en sais manifestement plus que moi à ce sujet et cela ne fait qu’augmenter ma « sana envidia » et mon bonheur pour vous…

 

Il se détourne, puis lui lance un dernier regard intense et chargé de sentiments mitigés et confus. Il entre de plein pied dans le salon. Gabriel suit. Il observe les fesses moulées dans un pantalon de marque et très traditionnel. Ouh là ! Ça, c’était pas prévu au programme ! Ou si ? Damien, Damien ! Clémence et Damien les y attendent, enlacés. Clémence a les joues toutes rouges et les cheveux en désordre. Damien arbore une mine que reconnaîtrait tout bon matou après avoir volé son bol de lait. Oscar a un discret sourire. Damien ne résiste jamais à pratiquer l’insolence.

 

----------------------------------Hasta el próximo capítulo----------------------------------------------------------------------------------------------------Jusqu'au prochain chapitre----------------------------------------

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Commentaires
V
Faut continuer coûte que coûte !
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