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De escritura à écriture
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6 août 2019

15_16__OdQ_pa_blog 25_26_27__Gabriel_pa_blog

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15_16__OdQ_pa_blog    25_26_27__Gabriel_pa_blog

 

Bonsoir, Buenas noches,

 Aquí teneís los capítulos de "Oficina de Quejas" y de "Gabriel". Voici les chapitres de "Oficina de Quejas"et de "Gabriel". Bonne lecture !

 

Oficina de Quejas 

 

15.

            Malina pasea su comida de un lado para otro en su plato. Ha probado bocado por educación, pero no parece muy interesada en comer. Sabiendo que no ha comido nada hoy, esto me está preocupando seriamente.

 

-        ¿No te gusta?

-        ¿Cómo?

-        La comida… no te…

-        Sí. No. Es que…

-        Malina… sabes que puedes decirme las cosas…

-        Si… lo sé…

-        Entonces…

-        Has tenido un romance con Kalista.

 

Frunzo un ceño. ¿De eso se trata?

 

-        Sí. Hace ya muchos siglos de eso. ¿Por?

-        Era muy bella. Incluso se consideró que era la mujer más bella entre todas.

-        Si y eso no quiere decir que lo fuese. Si se considera que el gusto es…

-        Sí, claro, pero…

-        ¿Qué te preocupa realmente, Malina? Para mí fue un momento de mi existencia. Nos gustábamos, decidimos estar juntos, luego los sentimientos se marchitaron y decidimos dejarlo.

-        Se rumoreó que Zeus…

-        Olimpo era un hervidero de rumores y como todos estos, son solo eso, ruidos, palabrerías de personas que no tienen nada que hacer salvo comentar hasta la muerte cosas que ni les iba ni les venía. Nunca fue cuestión de amor, fue un compaginar vivencia.

 

Malina baja la cabeza y considera su plato. Se lleva un pedacito del estofado y lo saborea lentamente. Le tomo la mano.

 

-        Se rumoreaba también cosas sobre ti…

-        ¿Cómo?

 

Levanta la mirada y me mira atónita.

 

-        Sí. Se decía que era la harmonía encarnada, el vaivén celeste, la cordura de los Dioses, el punto de equilibrio de la vida, la maravilla del alma. Se decía que eras dulce, corazón de bondad, alegría de lo sombrío, un encanto. ¿Y sabes qué?

-        ¿No?

-        Eres eso y mucho más. ¿Sabes por qué?

-        ¿No?

-        Porqué desde que entraste en mi existencia sé lo que la palabra “amor” significa. Eres mi amor. Eres lo que da sentido a mi vida en todos los momentos.

 

Malina escrutinia mi mirada, leyendo en ella todo lo que he dicho. Me sonríe. No es común que tenga esta incertidumbre en ella. ¿Por qué?

 

-        ¿Por qué esta inquietud ahora?

-        Sabes lo que me has dicho sobre rumores…

-        Si…

-        Se rumoreaba también sobre ti.

-        Ah, ¿sí?

-        Sí. Se decía que eras fiero, leal, compasivo, justo, que tenerte a su lado era sentirse mejor, más fuerte, más potente, más real. Se decía que tenías siempre una mano tendida, un hombro en el cual apoyarse, un momento de vida cuando esta se deslizaba. Se decía que eras tierno, dulce, infinitamente atento y profundamente digno y respetable. Se decía que estar contigo quitaba la angustia, el miedo porque sabias cómo hacer que el otro se sintiera unido en sí. Se decía…

 

Se muerde el labio.

 

-        ¿Sí?

-        Que eras un amante magnifico y que pocos podían estar a la altura.

 

La miro e intento no echarme a reír. Sé de dónde viene este último rumor. Se hizo por despecho. Afrodita. La desestime cuando quiso tener “un afair” como dicen hoy en día. Se lo tomo muy mal. ¡Qué pena! Malina me mira y su mirada me reta. No lo puedo remediar y estallo en risas. Mi dulce Malina… La tomo en mi regazo con gorgoritos de risas bailando en mi garganta.

 

-        Agapou me… Creo que no lo entiendes…

-        ¿El qué?

-        Que el que no está a la altura de tu amor soy yo y voy a demostrarte muy pronto que puedo llegar a serlo… Malina…

 

La beso con dulzura. Luego la deposito lentamente en su sitio, dándole un beso en la frente y en los labios.

 

-        Te caliento tu plato… tiene que estar frio, ¿no?…

-        Si…

 

Me levanto y recojo mi plato y el suyo. Vuelvo pocos minutos después. Comemos sin hablar. Su mirada es serena, sé que no está totalmente convencida, pero eso vendrá conforme estemos juntos. El tiempo y nuestro deseo de estar juntos, de crear esa magia que hace o deshace la complicidad de los sentimientos compartidos, de los intereses, de todo lo que hace que una relación pueda existir, convivir demostrarán, unirán nuestro amor. Su duda me honra, eso dice mucho de cuanto soy importante para ella.

 

16.      

 

           Me sobresalto cuando Malina aparece cerca de mí. No la he escuchado llegar hasta mi ni incluso percibir su presencia en la oficina. Eso revela algo y me dice que mis dotes de guerrero están muy apocadas. Supongo que ser un “burócrata”, aunque de una índole específica y aparte, me hace confiado y más blandito. ¿Bueno o malo?

 

-        ¿Te gusta?

-        ¿Cómo?

-        El libro…

-        ¡Ah! Pues la verdad es que si…

-        ¿De qué va?

 

Frunzo un ceño, dubitativo e inseguro.

 

-        La verdad es que no lo sé. Mientras que leo estoy fascinado, pero cuando quiero recordar de que va, mi mente queda en blanco.

-        ¿Hechizado?

-        Probablemente, pero hasta eso me resulta difícil de vislumbrar.

-        ¿Una historia encantada?

-        Puede ser una pista…

-        Sí.

-        ¿Has pensando en un investigador?

-        No, realmente… podrías echarme una mano y hacerme una lista…

-        Desde luego… ¿Me necesitabas?

-        No exactamente, solo…

-        ¡Ah! Yo también…

 

Se aproxima a mí lentamente y sensualmente y se sienta en mi regazo. Tiempo de un momento tierno. Con el trabajo que tenemos últimamente no es preciso obviar y olvidar lo principal.

 

La tarde ha sido tranquila y es de agradecer. Por lo visto llegando a estas fechas próximas a las denominadas “grandes vacaciones”, o sea el descanso veraniego que acoge julio y agosto, las gentes están liadas con otras cosas y es igual para los creadores. Aunque es un “dejar paso” a una temporada de eventos sociales, familiares posiblemente también para mejor retomar después el curso de sus andares imaginativos. Aprovecho estos momentos de transición. Demasiado pronto desfilaran los personajes en un ritmo histérico y cansino.

 Levanto la cabeza de las últimas ideas de reformas propuestas para las Oficinas. Ya sé. ¿Por ser un lugar hecho a la medida de la fantasía, de la fantasmagoría y de lo imaginario estos lugares deberían estar fuera de las medidas típicas tomadas para toda administración que se precie. Pues no. Lamento decepcionar y decir que aquí también imperan los dictámenes y dictados de la hierarquia. Solo que lo mandamás de este lado no son exactamente iguales que los que están en el lado de los vivos. Aunque después haber leído miles de narraciones sobre este particular no daría mi mano a cortar para afirmarlo. Malina está en el umbral, un pie dentro y otro fuera, en esa actitud suya que tiene, tan cautelosa todo ella que me pone los vellos de punta. ¿Win otra vez? O, ¿peor? Las ideas de algunos creadores son a menudo más que aterradoras y eso que he visto de todo en lo mejor y en lo peor.

 

-        ¿Qué pasa, Malina?

-        Ejem… Bueno… nada grave…

 

Me levanto con fuerza y rapidez de mi asiento. Siempre que se declara algo así…

 

-        No, de verdad, es solo que… Es Aurora…

-        ¿Quién?

-        Ya sabes… Aurora, la princesa que llaman la Bella Durmiente…

-        ¡Ah!

 

Me siento aliviado. A no ser que se haya vuelto, por la “magia “de algún que otro artista, una psicópata, zombi o vaya a saber qué tipo de personaje extraño y desagradable, ella siempre ha sido una muchacha encantadora y muy “estable” en el mundo de la imaginación de los vivos. ¿Entonces?

 

-        Hazla pasar…

-        Bueno, es que tiene un pequeño problema.

-        ¿Y, cuál es?

-        No se sostiene en pie. Esta dormitando a rato y durmiendo profundamente en otro. Me cuesta espabilarla. He intentado algunas cosas, pero no me lleva muy lejos del sofá de la entrada…

-        ¡Vaya! Es un inconveniente mayor. ¿Ha dicho algo?

-        Pues más bien poco, solo que estaba mucho mejor después de su siglo de sueño, pero que parece ser que alguien está empeñado en escribir una versión de ella, pero bajo un nuevo concepto de lo que le ocurre.

-        Y, ¿eso sería?

-        Narcolepsia.

 

Me quedo la mente en blanco por un segundo.

 

-        Narcolepsia. Interesante. Solo que me parece una idea bastante…

-        … estrafalaria, ya lo decía yo a mis hadas madrinas…

-        Princesa…

-        Llámeme Aurora, Fulgur… ¡Uy! Si me permitís…

 

Me lanzo hacia ella para recogerla entre mis brazos antes que se desvanezca bruscamente. ¿La futura creadora de esta circunstancia es también amante de la Damas de las Camelias? Miro un momento mi lugar de trabajo para ver donde pondría depositar esta bellísima y encantadora muchacha, pero aparte las sillas horrendas de color naranja no veo nada donde puedo colocarla con un poco de comodidad. Teniendo las manos ocupadas no puedo tampoco moverla para cambiar el entorno para que sea más adecuado a las circunstancias presentes.

 

-        Espera… En el despacho de Yanis hay un sofá… ¡Ahora voy con él!

 

Malina desaparece rápidamente. Sigo con el oído sus andares veloces hacia el despacho de mi colega responsable de los Artes Gráficos. Es un nuevo departamento que no existía, ni de lejos, en mi época. Aunque algunos que otros dibujos de la era faraónica podría haber encajado en este departamento. Por lo visto se adentra mucho en la tela cibernética. Conozco algo de esta tecnología, pero no demasiado. Yanis se ha propuesto a enseñarme y no he dicho que no. Un si franco está por llegar, pero… Parece ser que no tener tiempo se ha vuelto parte de mis hábitos. ¿Estoy sucumbiendo a las derivas de los vivos? Eso sería muy preocupante. Miro el rostro tan perfecto de la Bella Durmiente. Hace tiempo que no tenía noticias suyas. Lo bueno de los cuentos es que la moraleja pone a sus protagonistas en un presente con vista al futuro bastante encantador, lo que hace que se puede poner punto y final a estas historias. Eso es lo que parecía. Por lo que puedo comprobar es que nada está a salvo de la imaginación desenfrenada de los creadores. Yanis me habló de estos conceptos llamados “reactualizar” y “reinicializar”. Supongo que eso vale para los escritos del pasado. Por el momento para Aurora es como caer a cada momento en su siglo de sueño una y otra vez. Un poco cruel diría yo y muy desafortunado. ¿Cómo piensa darle un final feliz a este personaje si este siempre está en un estado de sueño profundo? El príncipe de todas estas muchachas es encantador, pero eso no significa que son pacientes, indulgentes y comprensibles.

 

-        Aquí estoy…

 

Miro a mi durmiente en mis brazos y no veo como podría ayudar a Malina para instalar el sofá muy “design” prestado por Yanis.

 

-        No te preocupes. No pesa mucho y es muy manuable.

-        Ya veo…

 

Lo desliza contra una pared y la verdad queda muy bien. Quizás debería poner uno aquí también. Los que llegan a este despacho no llegan siempre muy bien parados. Me apresuro para poner mi delicada carga sobre el mullido sofá de cuero que apenas se deforma con el peso del cuerpo.

 

-        Ya está…

 

Malina recuesta el cuerpo inmóvil como una momia sobre el sofá y da dos pasos atrás.

 

-        ¿Cuánto tiempo quedará así?

-        Pues ahí es donde está el problema. La narcolepsia no tiene un patrón definido. Bueno los síntomas se conocen, pero eso no significa que cada persona que sufre esta dolencia vaya a padecerla de la misma manera.

-        O sea que no se sabe gran cosa…

-        Algo así…

-        Perfecto. Bueno… pues propongo que tomemos una merienda mientras se va despertando la Bella Durmiente…

 

Una hora más tarde, Aurora esta despierta y tomándose con muy buen apetito una merienda sustanciosa. Da gusto de ver como come. Nada que ver con algunas muchachas de hoy en día que comen como si fueran periquitos enfermos. Malina y yo la miramos engullir todo con una gracia estupenda y fascinante. Se nace y no se hace princesa pienso yo.

 

-        Bien. Malina es usted encantadora por prepararme todo esto. La verdad desde que estoy bajo esta enfermedad estoy sin ganas de comer. Por lo menos cuando me quede atrapada en el sueño por cien años, mis hadas madrinas lo hicieron bien. No necesitaba nada y no me enterraba de nada. Cuando me despertó mi “amor”, fue como si me despertara de un sueño normal. Pero esto… entrar y salir de la consciencia en cualquier momento y en cualquier lugar es muy desconcertante por no decir angustioso. Así no puedo vivir.

-        Me parece que esto es muy cierto, princesa…

-        Aurora para Usted, Fulgur, por favor. ¿Puede Usted ayudarme? No pienso poder aguantarlo mucho más. Me ha dicho Rapunzel que Usted podría hacer algo para ayudarme.

-        Me siento honrado que la Señorita Rapunzel le haya hablado bien de mí. Está en lo cierto, puedo hacer algo para Usted.

-        Bien.

 

Deposita cuidadosamente la servilleta con la cual se ha limpiado los dedos y se arrellana con serenidad en el sofá.

 

-        Usted dirá, Fulgur…

 

Saco una planicie rectangular con un marco de madera labrada con diseños élficos poderosos.

 

-        Señorita Aurora, debo pedirle que ponga la yema de su dedo anular en esta planicie…

-        Aurora, por favor… ¿Es un espejo? ¿No es esté el “Espejo Mágico” de la madrasta Maléfica de Blanca Nieves?

-        No. No tiene nada que ver. Este es “El Espejo de Malduror” y su propósito es ayudar.

 

Con la mano algo temblorosa pone cuidadosamente la yema de su dedo. Unas sumas de informaciones aparecen en la superficie dándome todos los detalles que debo tener para poder destrozar esta “obra de arte”. Murmullo algunos hechizos de otros tiempos y un revuelo aparece con fuerza y poder en las entrañas del artefacto. Sé que en el opus mismo y en la mente del “creador” pasan cosas. El libro desaparecerá y cuanto al “escritorucho” su mente no podrá hilva            nar más de dos ideas en su campo de predilección. Escribir algo para este “artista” se volverá imposible. La inspiración será ausente o se trasquilaran las pocas ideas que tendrá. La Bella Durmiente me mira con una mirada clara, saltando fuera del asiento. Una risa cristalina nos envuelve. Me abraza con ímpetu, su voz un cantar de ensueños. La sostengo levemente. Da un paso hacia atrás y se deja caer con gracia sobre la silla.

 

-        Le estoy agradecida, no sabe cuánto, Señor Fulgur…

-        Fulgur…

-        Fulgur… Es un placer tratar con usted, pero espero no verlo más de aquí en adelante… si no por cosas triviales y cordiales…

-        Deseo lo mismo y el placer es mío, princesa.

-        ¿Cuántas veces llevamos ya en esto, Fulgur? ¿Dos?

-        Tres con esta vez…

 

Lanza un pequeño bufido elegante.

 

-        ¿Qué tienen metidos en la cabeza estos artistas? No es bastante haber tenido que lidiar con esa perversa, pérfida y horrible bruja, dormir un siglo en esa horrible caja de cristal, tener que sentir el aliento de un desconocido – llevaba varios días sin limpiarse los dientes, estoy segura de eso hoy en día – tener que aceptarlo como mi Príncipe encantado, para ponerme ahora en estas tesituras…

-        Es un misterio, princesa…

-        ¡Pues que se aclaren!

 

Me hace una pequeña reverencia y con esa gracia, porte y clase que solo le pertenecen a ella, Aurora sale con pies firme de mi despacho. Por lo que ha dejado entrever tiene una cita romántica con su amado, es decir con otro que no es su “Príncipe”, pero eso es otra historia. Lo que me hace anhelar mi propia cita con Malina viendo cómo va ella radiante hacia su pareja y su existencia. Quedan todavía unas cinco horas para que acabe mi día laboral. Paciencia. Es una de las virtudes que nos deparan a las musas.

 

-------------------------------------------Au prochain chapitre-----------------------------------------------------------------------------------------------------------Hasta el proximo capítulo-----------------------------------------

 

Gabriel 

 

 

Jour M

 

25.

                        Clémence tourne en rond. Rita est venue la seconder pour enfiler sa robe de mariée. Simple à première vue, mais il y a tout un réseau de petits boutons en nacre dans la partie dorsale qui part du milieu du dos jusqu’à la chute des reins. La partie du dessus est nue avec deux petites lanières en soie écru qui s’entrecroisent. La jupe s’évase un peu jusqu’aux chevilles, les manches sont relativement étroites et se ferment aux poignets avec les mêmes petits boutons en nacre. La robe est un modèle exclusif dessiné, composé et cousu par une amie de Rita qui est dans le monde des vêtements. Elle crée à l’occasion et le résultat est toujours époustouflant. Son amie Rita est partie voilà un quart d’heure à sa demande. Cette dernière voulait rester, mais Clémence a insisté. Maintenant qu’elle est au pied du mur l’angoisse la tenaille. A-t-elle pris la bonne décision ? Vont-ils réussir à cohabiter et à vivre comme elle le désire ? Gramy dit qu’elle n’a pas pu prendre de mauvaise décision, parce que «  tu en as le désir, ce n’est pas ce que tu veux ! Quand on veut quelque chose, on se moque bien si cela va à contrario de quelque chose ou de quelqu’un, seule notre volonté d’obtenir ou d’arriver ou de vouloir prévaut sur tout y compris sur soi-même quelquefois. Quand on désire quelque chose, on prend en compte les choses et les autres. On désire oui, mais pas au détriment de quelque chose et surtout de quelqu’un et si on manipule, on le fait en essayant que notre désir devienne aussi le désir de l’autre, sinon, on l’adapte afin que notre désir soit en bonne partie compatible et vivable pour toutes les parties impliquées. » Elle n’a pas réfuté, mais elle a toujours senti que cette théorie, aussi juste soit-elle, avait une lacune quelque part et qu’elle est en plein dedans !

 

-        Mm ! Je vois que j’arrive à temps !

-        Dam !

 

Son homme est contre le chambranle. Il a mis un smoking pour l’occasion et la vision de ce costume si classique, avec cette cravate qu’il a réussi à rendre lâche, ce qui donne un certain côté désordonné dans la mise générale, lui coupe le souffle ! Il est… Comment peut-elle encore se poser la question ? Dès qu’elle le voit, tout son être s’emplit de bonheur… et de quelque chose qui n’a pas sa place à ce moment-ci !

 

-        Je vois que Gabriel a déteint sur toi, petite fée…

-        Mais… Tu ne peux pas me voir avant la cérémonie, ça porte…

-        Rien du tout ! Tu ne te maries pas avec moi ! Je suis juste le « marié virtuel »…

-        Mais… OK, OK ! Gabriel va bien ?

-        Gramy s’est chargé d’aller le voir pour lui parler de « quelque chose » concernant les verres pour le repas de noce…

-        Bon sang ! Elle va le rendre fou…

-        Wep ! C’est l’idée… mais au moins il aura l’attention détournée…

-        Et tu es venue me faire le même coup ?

-        Non ! Moi, ce serait plutôt l’argenterie… mais comme je vois que ça t’inspires pas des masses…

 

Clémence rit en s’approchant de lui, bruissant et susurrant de toute l’étoffe de sa robe. Elle s’arrête et passe une main caressante sur les revers doux et chaud de la veste. La tentation est grande de redresser le nœud de cravate. Trop tentant ! Elle résiste et pose sa paume sur la joue lisse et parfumée. Elle inspire fortement. Lui. Son odeur. Lui.

 

-        J’aime quand tu ris, ça m’excite… Arrête, alors ! Ce serait catastrophique… je n’aimerais pas donner du grain à moudre aux convives… quoi que… on pourrait se le faire vite fait… il reste une demi-heure et j’ai jamais fait ça avec une robe de mariée…

-        NON !

 

Clémence fait un petit écart précipitamment pour se mettre hors de portée. Damien sourit. Les détournements d’attention fonctionnent toujours, il faut juste trouver le bon sujet.

 

La cérémonie à la commune est très protocolaire et rapide. Un atout ! Pas de cérémonie à l’église, même si cela aurait fait plaisir à la mère de Gabriel. Tradition oblige ! Finalement elle s’est rendue aux arguments de Gabriel. Aussi, elle n’a pas mis de mantille noire comme elle l’aurait fait pour être dans le ton d’une cérémonie de chez elle, au fin fond de l’Andalousie, sauf que même là on ne porte plus ce genre de coiffure. Modernité oblige ! Les invités avaient l’air endimanchés, même si ce jour est un samedi. Ils arborent l’air de circonstance, sérieux, sourire téléguidé, attitude sobre, geste compassé et esprit ailleurs. Le bruitage des chuchotis est léger, sauf au moment d’applaudir. Là chacun s’est laissé aller à une certaine liesse, histoire de faire passer le stress que génère ce genre d’évènement et plus dans des circonstances pareilles. Du moins c’est comme cela que Damien le ressent. Les mariés sont extatiques et n’ont d’yeux que pour eux-mêmes, avec des écarts visuels vers Damien, histoire de lui faire savoir que « tout ça », c’est aussi pour lui, avec lui. Il leur sourit discrètement et les regarde avec tout cet amour qu’il n’a que pour eux.  Le groupe se relâche un peu. On lance même du riz mêlé de pois chiches sur l’heureux couple, sur Damien aussi. Damien sourit un peu de travers. L’élégance des gestes et des actes n’a que peu avoir avec l’éducation, cela se saurait depuis le temps ! Les rires et autres commentaires fusent. Un photographe, ami de Gabriel, les prends en photos, eux deux, eux trois, les familles proches, les moins proches, le groupe en entier. Chacun sort son téléphone portable, sa Tablet, d’autres appareils pouvant les plaquer ad vitam aeternam sur un support virtuel pour le futur plaisir des yeux et de la mémoire. Certaines de ces photos iront s’oublier dans un album de photos étiquetés comme il se doit et prenant la poussière dans un tiroir pour le restant de leur vie. Une vingtaine de minutes tient écarté le couple afin de créer quelques photos plus romantiques. Damien est requis aussi sur quelques-unes. Il n’est pas vraiment partant, mais le regard anxieux et légèrement dépassé par les évènements de ses amours le convainc de les rejoindre. Les photos finies, c’est la débandade vers les voitures. Les agencements pour véhiculer tout ce petit monde jusqu’au banquet s’organise dans une cohue joyeuse et riante. La voiture pour les heureux époux – une limo hyper classieuse - est déjà en route lorsque Damien jette un dernier regard sur ce lieu de cérémonie, leur cérémonie. Il ne pense à rien. Tout va bien.

 

 

 

26.

 

Damien a décidé de se promener parmi les convives. Ils sont trente-trois en tout. Avant de s’installer aux places assignées, un petit apéritif, via un buffet bien achalandé, a été préparé et proposé à l’envi des invités. Après ce bref répit gustatif, plus de quartier ! Gramy a demandé que l’on dispose les tables en un carré parfait. Il la soupçonne d’avoir voulu marquer un point du genre : la quadrature du cercle, les quatre côtés parfaits du… etc. Cela ne l’étonnerait pas et il approuve ! Il attend de voir l’agencement des places et il gage qu’elle l’a fait en connaissance de causes, mais avec subtilité, s’il commence à bien la cerner. Il ne s’agit pas de mettre à mal l’un d’eux trois et encore moins Clémence qu’elle aime comme une mère plus que comme une grand-mère, non, c’est juste une manœuvre Gramyenne. Damien s’arrête à chaque groupuscule, s’inquiétant de leur bien-être et échangeant quelque trivialité plaisante avec chacun d’eux. Comme conjoint virtuel, il est de son devoir de faire une telle chose, d’autant que Clémence et Gabriel ont l’air d’être partout ailleurs, mais pas vraiment ici et maintenant. Il espère que cet air extra-terrestre qu’ils arborent est de bon augure. Il a prévu pour eux une nuit de noce digne des mille et une nuits et il compte sur eux pour lui donner la touche de magie requise et ne pas être sur le banc de touche ! Il bombe le torse et il a conscience d’avoir l’allure d’Artaban. Et pourquoi pas ? Après tout, n’est-ce pas le plus beau jour de la vie d’un être humain ? Il ne va pas dire CQFD ! Sept couples sur dix se divorçant n’est pas en soi une flagrante réussite sociale et/ou humaine ou si ? Si cela ne dépendait que de lui, il n’y aurait pas de séparation avec ses amours cette nuit. Trente-sept ans à chercher sa félicité, même s’il n’avait pas idée qu’elle serait triple, assoit son désir de mener leur vie à tous trois dans ce sens. Il est prêt pour les joutes quelles qu’elles soient, du moment qu’ils sont ensembles. Ensemble ! C’est ça. Il éprouve le besoin de se rapprocher d’eux, maintenant. Trop tard, un groupe de trois tantes aussi fouineuses que sympathiques viennent de les rencogner. Elles sont décidées à tout savoir de lui y compris ce qu’il ne sait pas encore de lui-même. Damien boit une gorgée du breuvage pétillant. Une explosion d’inquiétude s’installe dans sa cavité buccale. S.O.S !

 

Clémence, la tête calée entre le cou et l’épaule de Gabriel – merci les hauts talons – et pressée contre son corps solide, son long et musclé bras l’entourant fermement et tendrement, sourit, les yeux vaguant ici et là, le regard perdu. Tout s’est si divinement déroulé qu’elle en doute encore. Lorsqu’ils sont arrivés à l’entrée de la maison – leur maison, leur foyer désormais - ils se sont longuement regardés, émerveillés et un peu décontenancés. Damien qui est descendu avec elle - et qui n’a cessé de lui souffler un nombre incalculable d’inepties depuis son apparition surprise dans la chambre – a étendu son bras et a offert sa main à celle de Gabriel. Le geste délibéré était sobre et élégant. Elle ne l’en a que plus aimé. Son grand escogriffe, si souvent bêta, a l’âme d’un poète qui s’ignore et, comme tel, sait faire chanter et rimer les moments de la vie, de toutes les vies, des plus triviaux aux plus essentiels. A la commune, les trente invités étaient là (trente-trois avec eux). Un silence précis les réunissait. Elle pense que chacun attendait de voir ce qui allait se passer. Et ce qui arriva fut d’une extraordinaire banalité. Le petit discours du bourgmestre, les paroles consacrées, les vœux échangés, le « je vous déclare mari et femme », le soupir involontaire (certain n’y croyait manifestement pas !!!) le baiser devant les présents, quelques hourras du « fan club », des petits vivats plus discrets jusqu’aux applaudissements polis et concertés. Les grains de riz et d’autres petites choses qu’elle n’a pas eu le temps de reconnaître sur le pas de porte de la commune, les photos prises dans un ordre précis par le photographe attitré, Hervé, si ses souvenirs sont bons, les poses concertées et améliorées, les personnes réunies pour tel ou tel tirage, les sourires, les exclamations de « tout le monde dit : cheese » et les clics discrets de l’obturateur pro, le tournage improbable sur une caméra numérique au cas où on voudrait se repasser en boucle toute la cérémonie et par défaut tout (c’est bien le mot) ce qui leur a échappé. La longue limousine – cadeau du couple Clarisse-Clément – les klaxons des voitures qui les suivent sous les sourires et salutations diverses de quelques badauds et enfin la salle louée pour la réception. Oui. Tout a été si commun, sauf qu’il s’agit de leur mariage à elle et à Gabriel. A elle, à Gabriel et à Damien. Oui. A eux trois plus que jamais.  Elle regarde sans rien voir, un sourire béat aux lèvres, le corps solidement arrimé à celui de son homme. On dit que c’est le plus beau jour de la vie. On dit que des conneries ! Ce n’est que les prémices de tous les beaux jours de leurs vies, de leur vie, les mauvais compris !

Gramy parle avec son vieil ami et complice de toujours, un demi-sourire en coin et en demi-teinte qui dit combien elle jouit de ce qui se passe alentour. Clémence rit intérieurement. Sa petite vieille… Elle salue ceux qui s’approchent d’eux pour les féliciter et les embrasser en leur souhaitant l’habituel : « Toutes nos félicitations, soyez heureux ! ». Toutes les vraies questions restent en suspens, formant une sorte d’impalpable halo de non-dits. Elle n’y prête guère attention. Comprenne qui voudra et pourra.  Gabriel a une mine radieuse. Ses lèvres se posent comme des ailes de papillons sur ses cheveux ou sur son front à intervalles irréguliers. Il y puise répétitivement sa tranquillité, son soulagement. Elle ne l’a senti se raidir qu’une seule fois, lorsque ses parents sont venus les saluer. Sa mère les a étreints l’un après l’autre avec effusion et un réel sentiment de bonheur vis-à-vis de leur bonheur. Son père n’a rien dit. Il a serré la main de sa « belle-fille » et de son fils. Son silence était éloquent et létal. Lorsqu’ils sont partis – l’échange n’a duré qu’une brève et éternelle minute - Clémence a relâché son étreinte qu’elle avait renoué fortement autour de son homme. Gabriel a lâché le soupir qu’il réprimait sans le savoir. Leurs yeux se sont aimantés. Tout ira bien.

 

Damien arrive jusqu’à eux, le visage rouge coquelicot. Clémence s’en étonne. Il se place près de Clémence et pousse un profond soupir.

 

-        Tu aurais pu me prévenir…

-        De quoi ?

-        Augustine- Aurélie- Amétiste. Les 3A sulfureuses !

-        Oh !

-        Oui, «OH !»

-        Ben… euh … je ne savais pas comment te le dire…

-        Dire quoi, dulzura ?

-        Et bien que mes grands-tantes sont un peu… spéciales…

-        Spéciales, petite fée ? Des barracudas ont l’air de poissons rouges à côté !

-        Euh… oui… c’est pas faux… mais, euh, c’est difficile de dire comme ça…

-        OK ! Mais vraiment, j’te jure ! Elles m’ont expliqués - dès qu’elles ont su que j’ « étais de ce bord-là… cybernétique et tout ça… », dixit Aurélie - qu’elles s’étaient mises à Internet et qu’elles regardaient les vidéos de sites pornos « parce que, jeune homme, nous devons savoir si c’est aujourd’hui comme à notre époque », dixit Amétiste, approuvé par les deux autres.

 

Gabriel recrache sa gorgée avalée d’un verre pris sur un plateau ambulant.

 

-        Wep ! Moi aussi ça m’aurait fait le même effet qu’à toi, amante ! Et le pire…

-        Le PIRE ?

-        Wep ! Elles ont voulu m’expliquer des postures « idéales », d’après Augustine, qu’elles avaient recherchés spécialement dans les catégories «trios et plus », parce que « c’est pas toujours évident de bien se placer pour atteindre l’orgasme », dixit Aurélie.

 

Gabriel se met à tousser derechef. Damien glisse un bras derrière son dos et lui tapote efficacement le dos en hochant la tête, totalement sous le choc. « Vivir para ver o ver para vivir », (vivre pour voir ou voir pour vivre) comme disait Antonio son ami le pêcheur du Mexique, qui n’est plus.

 

-        Après, elles ont voulus savoir si Clémence «  se retrouvait entre vous deux ». La question a été répétée trois fois. Là, honte à moi, j’ai fui en prétextant que je devais me réunir urgemment avec vous deux. Elles ont alors abondé dans mon sens en me disant que de toute façon « nous avons téléchargé toute une série de vidéos sur des CDs, haute résolution » - … si, si, je te jure qu’elles ont dit comme ça – « les plus claires que nous avons vu, pour que vous vous retrouviez bien, dans la bonne position et tout ça, sans lumbago, parce que le dos, c’est fragile et qu’au bout il faut que vous soyez tous les trois bien arrimés les uns aux autres ! », dixit Augustine. Tu parles d’un cadeau de noce ! Et lorsqu’elles se sont rappelés, je ne sais pas comment, et juste avant que je ne batte en retraite, que j’étais analyste-programmeur, elles ont voulu savoir s’il y avait pas un moyen d’accéder plus facilement à certains sites pornos, « parce que, Damien, on peut t’appeler Damien, avec un physique comme le tien, du pur sexe ambulant, mon petit, on ne peut pas resté dans le voussoiement, hein – si on ne peut pas avoir accès à tous les sites comment veux-tu qu’on puisse s’informer sur tout ce qui a trait au sexe ? C’est pas comme si on pouvait s’envoyer en l’air avec le premier venu, hein ! », dixit Aurélie. Et là, j’ai fui derechef!

 

Gabriel éclate de rire. C’est plus fort que lui. D’ailleurs à quoi bon résister, tout ceci est… trop ! Vraiment trop ! Cela compense-t-il le manque paternel ? Non. Cela rend les choses plus faciles ? Non. Mais quel délice d’avoir des personnes hors normes comme cela ! Il regarde Clémence qui fait une moue contrite en regardant Damien qui secoue la tête en écarquillant les yeux. Qui a dit que la belle famille est toujours un vrai calvaire ?

 

-        Tu devrais leurs présenter Roland, ton collègue…

 

Damien regarde fixement Gabriel.

 

-        Rol… Non, je ne crois pas !

 

Quelques secondes plus tard il éclate de rire comme Clémence et Gabriel. Tous les trois savent que l’idée une fois lancée, elle ne tardera pas à trouver une voie concrète un jour ou l’autre. Gabriel s’essuie les yeux, regarde ses amours. Ellos. (Eux) Los ama. (Il les aime) Si. (Oui)

 

 

27.

 

Le problème majeur des chiens de faïence est qu’ils ne peuvent détourner le regard et donc changer la donne. Le carré parfait des tables mettant les convives dans la position des chiens de faïence aurait pu donner le même résultat, sauf que les gens ne sont pas faits de la même pâte. Les premières minutes furent consacrées à tourner en rond afin de trouver sa place assignée, entre les petits rires un peu gênés, les commentaires débiles de « oh, c’est là que tu es assis ? », alors qu’il y a un carton avec le nom de la personne questionné inscrit et les blagues indigestes pour masquer l’espèce d’incertitude qu’il y a lorsqu’on est sommé d’être dans le « Ça se passe bien ? Tout va bien ? Vous vous amusez bien ? » de bon aloi dans ces sortes de réunions. Chacun met tant de bonne volonté à participer à ce particulier jeu de chaises non musicales que, forcément, tout finit par aller comme sur des roulettes. Sauf qu’une fois assis et avant que les serveurs finissent de déposer les premières assiettes devant chacun des invités (il y a toujours un ou deux resquilleurs qui commencent à picorer plus ou moins discrètement le plat sans attendre que tous soient servis), il y a ce moment sublime où chacun ne sait que faire, ni que dire. L’eau à la bouche, les réflexes pavloviens d’une bonne éducation en œuvre et le malaise général rendent tout un chacun plutôt malhabile et silencieux. Du coup, une sorte de silence s’installe partout faisant paraître chacun un… chien de faïence. C’est bien sûr à ce moment-là qu’une des personnes laisse tomber un couvert qu’il tripotait, ne sachant trop où mettre les mains. Cela devient un son assourdissant et une sorte de rire tremblé et gêné secoue tout le monde comme d’une blague que chacun peut comprendre. La supposée glace est à nouveau rompue et, heureusement, la diligence et la dextérité des serveurs arrivent au bon moment pour finir de dégeler les relatifs comportements festifs requis et quelque peu compromis jusque-là. Les conversations se sont réamorcées entre fourchetées et rincement de bouche par la boisson sollicitée. Le brouhaha est plus assourdi que lors de l’apéritif, les boissons alcoolisées faisant un bon boulot parmi la majorité des convives. Entre le deuxième plat et le troisième, une pause digestive de quelques minutes permet à la tradition de se mettre sur pied. Les petits tintements sur la coupe appellent l’attention des fêtards et les discours foireux commencent. C’est couru d’avance ! Tout ce qui se dit alors n’est que le fruit de vouloir marquer le coup, sauf qu’il rate pratiquement toujours sa cible, mais comme tout le monde hoche la tête en assentiment, cela passe pour du vrai. Clémence et Gabriel font leur travail de bon amphitryon en donnant leur acquiescement souriant à chacune de ces sorties enthousiastes censées démontrer combien le beau parleur a de l’amitié et de bonnes intentions vis-à-vis de la mariée ou du marié, concluant toujours par de bons vœux de bonheur. C’est à ce moment-là qu’un verre tombe avec fracas, éclaboussant une jambe au collant filé et emmenant la mal visée agacée et ronchonnant aux toilettes, alors que la maladroite essaie de s’excuser au dos rigide qui s’éloigne à pas ferme vers les commodités. Le découpage au sabre de la tarte nuptiale arrive. Damien s’est toujours demandé si c’était très judicieux de donner un sabre à un couple baignant dans l’euphorie et l’alcool, mais il n’a jamais formulé à haute et intelligible voix cette question. La tarte ainsi lacérée commence à prendre un aspect de plus en plus précaire, pendant que la danse des serveurs commence sa ronde autour des commensaux déjà repus et vaguement somnolents pour la majorité. Le chahut est de plus en plus anarchique, alors que les cafés et pousse-cafés commencent à circuler de même. C’est à ce moment-là qu’une petite cousine ado de Clémence décide qu’elle en a « RAC – rien à cirer - de toutes ces conneries » et décide de planter là sa mère, son père et tout le monde sous les rugissements indignés d’un paternel qui a manifestement fait bombance. La sœur plus âgée et plus sage décide d’arranger les choses en suivant sa cadette, rassurant du même coup ses parents et s’assurant qu’elle pourra passer quelques minutes à fumer deux ou trois clopes. Les mariages, ça te use une femme, c’est bien connu et ses dix-neuf ans ne lui diront pas le contraire, na ! On décide de mettre aux enchères la jarretière de Clémence. Debout sur une chaise, à la vue de tous, elle écarte un pan de la jupe, montrant la fente savamment occultée dans les plissés élégants de la longue jupe. Des quolibets et des sifflets saluent la longue jambe gainée de soie qui se montre complaisamment. Damien est le chargé des mises aux enchères et tous sentent combien il aime ce qu’il fait. A chaque montant avancé, il fait glisser le fin élastique sophistiqué de quelques millimètres sur la jambe de son aimée, rendant frénétique les enchérisseurs. Cela dure plusieurs minutes où une sorte d’excitation un peu perverse s’instaure. Damien en maître d’œuvre est dans son élément et jouit parfaitement de la situation. Son pouce dévie quelquefois lançant quelques frissons inavouables à Clémence qui subit stoïquement la torture traditionnelle. Lorsque le gagnant peut, en sus de se libérer d’une bonne somme d’argent, ôter le fruit de ses poussées enchérisseuses, il exulte littéralement. C’est alors que Damien profitant du désordre ambiant et sous le prétexte d’aider sa belle à remettre comme il se doit le plissé de la robe, passe une main leste et adroite sur le sexe quelque peu humide de Clémence qui n’ose faire un geste de peur de se faire prendre. Au même moment Damien voit les sourires malicieux et entendus des 3A Sulfureuses. Il retire précipitamment la main de ce lieu qu’il affectionne tout particulièrement. Tout revient à une certaine normalité, alors que tout le monde circule dans une vaine tentative de se défaire des relents d’un repas trop copieux et d’une fin de fête qui peine toujours à finir. Il est temps pour les heureux époux de prendre le large pour une destination inconnue du plus grand nombre, voire quelquefois même des principaux impliqués. Dans ce cas-ci, Damien prend les choses en main, en les menant à la limousine. Les quolibets et autres remarques à tendance salace se déplacent jusqu’à eux en ondes joviales et assez éméchées. Des rires stridents ponctuent les mots et les raclements de chaises sur le carrelage finissent par irriter les nerfs exacerbés de ceux qui voudraient bien s’en aller sans pouvoir encore le faire.

Damien est entré dans la limousine aux vitres teintées en refermant la portière derrière eux, fermement.

 

-        Bon… C’est ici qu’on se sépare… Voilà une partie de mon cadeau… l’autre est encore dans sa partie théorique… je vous…

 

Clémence et Gabriel le tirent vers eux et l’embrassent violemment avec urgence et désir. Les gémissements s’échangent de lèvres à lèvres et les mains s’égarent. Damien se déprend d’eux.

 

-        Merde ! Me la jouer pas comme ça, c’est trop bandant…

-        Tentant…

-        Ça aussi, mais c’est pas du jeu ! La tradition veut une nuit de noce entre époux et c’est exactement ce que vous allez avoir…

-        Mais… On veut pas dormir tous seul dans la chambre, c’est… on n’a plus l’habitude, hein, Gab ?

-        Non, c’est non ! Faites pas les gosses mal-élevés, on a déjà eu assez de ça toute la journée ! Allez… Faut pas…

 

Damien les attire vers lui et les embrasse avec une anxiété et une faim démesurées. Il craint sa solitude, mais il ne déviera pas de ce qui a été prévu, surtout par lui! Il les relâche et sort précipitamment de la voiture. Voyant que le chauffeur est resté près de sa portière, discrètement, il lui lance un sourire crispé.

 

-        Merci, chauffeur et… Fouette, cocher !

 

Le chauffeur sourit en réponse et entre dans le véhicule. La journée a été longue, mais la nuit… Bon sang, mieux vaut qu’il n’y pense pas !

 

 

 

----------------------------------------------Hasta el proximo capítulo-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Au prochain chapitre----------------------------------------------------------------------

 

 

 

 

 

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